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La panacea ofrecida por Henri Falcón y su eventual ministro de economía Francisco Rodríguez, es la gran promesa de "cura de todos los males" de la economía venezolana.

Pero esta presentación viene precedida por un proceso riguroso de ataque al bolívar y a su desenvolvimiento en la economía real. La propuesta de dolarizar tiene fuera de Venezuela y en primera línea a Steve Hanke, uno de los operadores que ha legitimado, dando como cierto e infalible, el precio especulativo e inauditable que el marcador Dólar Today fija del bolívar con respecto al dólar.
Acudimos entonces a una componenda de ataque económico contra el país. Sabemos que los factores cambistas en Colombia, la promoción de lobbys desde Steve Hanke hasta Torino Capital (la firma de Rodríguez), entre otros, han decantado la imposición de la tasa paralela en la economía venezolana y han consagrado una "verdad" repetida incansablemente: "Todo está dolarizado", "Venezuela tiene precios internacionales en dólares".
Una afirmación que carece de reflexión matemática consistente. Por esa "dolarización de facto", ya impuesta, se supone entonces que Venezuela debe privarse del atributo soberano de poseer moneda nacional y ejercer su propia política monetaria. "¡Hay que dolarizar ya!" es una afirmación que viene del comerciante acomodado clase media y que hasta es repetida por personas de las clases populares, signados sin duda por sensaciones evidentes de desasosiego y agudo malestar económico.
Es entonces cuando la ansiedad económica se vuelve causa y efecto de las "verdades indiscutidas" del devenir económico. ¿Hemos reflexionado matemática y comparativamente si es cierto que "todo" en Venezuela está dolarizado? ¿Cuántas transacciones realizamos en dólares en la cotidianidad? ¿Cuál es la dimensión real de la penetración del dólar en nuestras rutinas económicas? A la par de que es un hecho que el dólar paralelo modula incontables escalas de precios en diferentes grupos de bienes y servicios, ¿es necesariamente cierto que "todo está dolarizado"?

Cuestionar esta verdad impuesta

Acudamos al sentido común reconociendo que, algo repetido muchas veces, no necesariamente es verdad. Para empezar, una economía donde "todo está dolarizado" es una economía donde realizamos a diario la adquisición o venta de bienes y servicios en dólares. Es una economía donde la mayoría de la población se desenvuelve a diario o varias veces por semana, transando o realizando actividades en dólares. ¿Cuántos venezolanos nos desenvolvemos de esa manera?
¿Podríamos estar ante una exageración producto de la subjetividad económica que se ha construido en el marco del asedio al bolívar? ¿Es esa otra consigna de la narrativa del fatalismo económico? ¿"Todo está dolarizado" es una afirmación impuesta por los mismos promotores de la dolarización? ¿Cuáles son los mecanismos por los cuales se ha propagandizado la dolarización? ¿Serán esos mecanismos los mismos por los cuales se ha promovido la destrucción del valor del bolívar y se ha fomentado la vorágine especulativa?
Lo que sigue no es un falso retrato de que la economía está bien. O de que los sistemas de precios no están caotizados. El alto costo de la vida es una realidad en Venezuela, pero desde ese hecho la distancia es enorme con respecto al señalamiento de que la economía real está dolarizada y que los precios en Venezuela están dentro del canon internacional en dólares. Veamos.

Breves comparaciones y ejercicios matemáticos

Asumamos que la tasa Dólar Today es cierta y que, de hecho, el valor que ellos promueven del dólar con respecto al bolívar no está compuesto por ninguna variable especulativa o política. Asumamos que un dólar realmente cuesta, digamos, unos 235 mil bolívares. Demos esa cifra como cierta y comencemos a comparar si, en efecto, los precios con los que nos desenvolvemos los venezolanos en nuestras rutinas económicas son en efecto precios dolarizados e internacionales. Hagamos este ejercicio separando los principales grupos de bienes y servicios.
Grupos de bienes que sí están dolarizados o que se venden frecuentemente en dólares:

Inmuebles. Cada compra-venta de inmuebles en el mercado primario y de segunda mano se realiza de manera discrecional en dólares o euros. Los precios de estos bienes son inalcanzables en bolívares. Pero aún estando dolarizados, los precios de los inmuebles son irrisorios si se les compara con otros similares en cualquier país de América Latina. Esto obedece a muchos factores (como la implosión de la burbuja del mercado inmobiliario secundario, o la migración que ha colocado a la venta miles de inmuebles, o incluso la ampliación de la oferta por el sector público y la Gran Misión Vivienda Venezuela).
Hablemos de inmuebles de segunda mano. Un apartamento modesto en el interior del país puede costar unos 15 ó 20 mil dólares. Una casa entre 20 y 30 mil dólares. Un apartamento en una zona de clase media en Caracas puede costar unos 100 mil dólares. Estos precios están al menos unas tres veces por debajo del valor similar de un inmueble de esas mísmas características en Perú, Colombia, Panamá, México y Costa Rica.
Vehículos usados. Los vehículos usados tipo sedán con menos de 10 años están costando entre 2 y 4 mil dólares, dependiendo de la marca y las condiciones del vehículo. Estos vehículos pueden adquirirse a la mitad de ese precio en dólares en Colombia. Esto es posible dado que los altos costos de repuestos han servido para la colocación a la venta de muchos autos usados.

A Venezuela se le pretende despojar de su signo monetario

Tecnología. Teléfonos inteligentes, tablets, equipos de computación. Se venden al detal en dólares o se reciben bolívares en los casos de bienes usados. Los precios en estos rubros, en dólares, sí son idénticos a los de otros países.
Grupos de bienes que no están dolarizados o que no se venden frecuentemente en dólares:
Alimentos. En este grupo de rubros haremos referencia a rubros cuyo precio no se comporta acorde a regulaciones y suben constantemente, hayan o no hayan variaciones en el dólar paralelo.
  • Carne. En el interior del país, la carne está alcanzando los 600 mil bolívares, el equivalente a 2.5 dólares a tasa Dólar Today. El kilo de carne en Latinoamérica varía entre 7 y 9 dólares. Si lleváramos esa referencia a Venezuela, el kilo de carne debería costar 1 millón 880 mil bolívares.
  • Huevos. El cartón de huevos aparece en muchos mercados del interior del país en unos 850 mil bolívares. Eso equivale a 3.6 dólares. Un cartón de huevos en otro país latinoamericano promedia unos 7 ú 8 dólares.
  • Queso. Un kilo de queso puede variar de precio alrededor de los 700 mil bolívares, dependiendo del tipo de queso o la ciudad. Eso equivale a unos 2.9 dólares. Un kilo de queso en cualquier otro país puede variar entre 4 y 6 dólares.
  • Azúcar, arroz, frutas y verduras. En este grupo de bienes hay sumas variaciones de precios, pero aún a precios especulativos estos se encuentran unas tres ó cuatro veces por debajo de su valor en dólares, comparados con productos similares en otros países.
  • Transporte. En este grupo no haremos referencia a los servicios públicos o estatales de transporte. La referencia va al transporte ofrecido por privados. Un pasaje urbano y extraurbano en microbús en Venezuela puede variar entre 2 mil, 3 mil y hasta 6 mil bolívares, dependiendo de la ciudad y las distancias. En cualquier país latinoamericano, el promedio en dólares de un pasaje urbano y extraurbano varía entre los 50 centavos, 1 dólar o 1.5 dólares. Si el pasaje mínimo urbano en Venezuela costara 50 centavos de dólar, al cambio costaría unos 120 mil bolívares.
  • Ropa y calzado. Este grupo de rubros tiene altísimos precios en bolívares y esto se debe a que en su inmensa mayoría estos bienes son importados y su referencia es la tasa Dólar Today. Aunque rutinariamente estos bienes se adquieren en bolívares, al cambio en dólares, sus precios sí guardan similitud con los de otros bienes de similares características en cualquier país de la región. Un par de zapatos que cueste 10 millones de bolívares, puede costar 35 ó 42 dólares. De hecho un producto de estos puede, incluso al cambio en dólares, ser más caro que su similar en otro país, por el componente especulativo.
  • Servicios públicos. Agua, electricidad, gas, aseo urbano, gasolina y otros que son ofrecidos por el Estado, tienen precios irrisorios, casi gratuitos. Una familia puede pagar por ellos con apenas 2% de un salario mínimo integral. Aunque para los venezolanos éstas no son variables de peso en nuestros bolsillos, si hablamos de precios "dolarizados e internacionales", éste es un dato de relevante. El pago de estos servicios en dólares en cualquier país latinoamericano redondea alrededor de los 375 ó 450 dólares. Al cambio, entre 88 y 205 millones de bolívares. Aquí el abismo es enorme.
  • Internet y telefonía celular. Los servicios por vía estatal apenas equivalen entre 2% y 4% de un salario mínimo integral. Unos 25 mil bolívares. Los servicios privados pueden alcanzar unos 12% o 18% de un salario mínimo integral, unos 95 centavos, unos 220 mil bolívares, dependiendo del plan de cada usuario. Esos mismos servicios pueden costar entre 20 y 30 dólares mensuales, hablando de planes muy modestos en telefonía celular y datos. 30 dólares al cambio equivale a más de 7 millones de bolívares.

Sopesar la dimensión real de la llamada "dolarización"

La referencia de que "todo está dolarizado" en Venezuela y que esos precios en dólares "son idénticos al estándar internacional" de la región es absolutamente falaz. De hecho, los grupos de bienes y servicios que acabamos de mencionar y que son los grupos con los que nos desenvolvemos con mayor frecuencia, son los bienes y servicios de nuestro devenir, los que más usamos y los que más adquirimos en nuestra rutina económica. ¿Cuántas veces empleamos dólares para adquirirlos?
También debemos preguntarnos qué tan grande es la cuota de la población que sí está adquiriendo o vendiendo bienes dolarizados como vehículos e inmuebles. ¿Hasta qué punto un minúsculo grupo de la población, que compra vehículos e inmuebles, impone su "verdad" a grandes mayorías anunciando que "todo está dolarizado"?
La defensa del bolívar, más allá de contener la pauperización de su valor, también pasa por reconocer su valor en la economía real, su lugar y posición en la economía real. Y en este sentido, la economía venezolana en su entramado y sus vericuetos tiene mucho que enseñarnos. El bolívar, pese a sus avatares, sigue siendo el factor y signo monetario que rige nuestra rutina económica, digan lo que digan las muchas veces sobrevaloradas frases posicionadas en los medios.
Es necesario entender la cuestión política de fondo: a Venezuela se le pretende despojar de su signo monetario. Así ha sido en estos años de coyuntura económica. Lo que durante años vino como parte de artificios monetarios, acciones especulativas, devaluaciones inducidas y ataques internacionales a la moneda, hoy viene como promesa mesiánica de campaña electoral.
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