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Horizontes despiertos en Machurucuto

Oscar González Ortiz

La historia, ese vasto mural de gestas y saberes, a menudo se desvanece ante el fulgor del presente. Esta semana, por invitación recibida, estuvimos en el Complejo Educativo «Pedro Gual», en la comunidad de Machurucuto, estado Miranda, entre la donación de ventiladores, balones deportivos y termos de agua, realizada por un patriota solidario, compartimos emotivos momentos con los niños y maestros de la institución. 

Al salir de las instalaciones, consulté a varios jóvenes sobre la invasión de Machurucuto —hito trascendental regional— y si sabían quién fue Pedro Gual, las respuestas más claras fueron que la Vinotinto sub17 le ganó 3 a 0 a la selección que enfrentó ese día. Este episodio revela una memoria colectiva donde lo histórico se transfigura en hazañas deportivas, desplazando los hechos fundacionales de la patria. Esta anécdota, por sí misma, se convierte en espejo social. ¿De qué sirve honrar a Pedro Gual en el epónimo si su legado cívico resulta tan ajeno como el fresco mar a la aridez del llano?

La biblioteca del Complejo lleva el epónimo de Andrés Bello —faro del humanismo continental—, y entre personajes resaltantes e invasión, comparé el llano con la zona de playa, no se siente mucha diferencia, el calor predomina en ambos ambientes. En este contexto, compartiendo entre representantes del gobierno nacional y regional, se realizó la recepción de un transformador eléctrico para la comunidad, el cual fue solicitado a través de la aplicación Ven app, y la respuesta de Corpoelec fue sorprendentemente rápida. 

Entregamos pañales y dispositivos auditivos. La salud, el bien más preciado, no diferencia si es playa o llano. Mediante un casa a casa distribuyendo estos insumos, conocimos parte de la comunidad, que no visitaba desde 1988 cuando laboré un año en la unidad militar ubicada en Chaguaramal.

El trazado de la autopista «Gran Mariscal de Ayacucho», cuyo tramo hacia San José de Río Chico cuenta con buena transitabilidad, ejemplo ideal a seguir por otras vías de comunicación en otros estados; hasta el nombre de la autopista resalta historia patria honrando al Abel de América. Todos tenemos la obligación de ser catalizadores de la historia. 

Es imperativo reintroducir a Pedro Gual, Andrés Bello y Antonio José de Sucre no como bustos o placas, despertemos los códigos de compromiso y autodeterminación. Una nación que olvida sus cimientos permite que su futuro se edifique sobre arena movediza; la conciencia política e historia son la energía perenne capaz de iluminar el destino del pueblo. Es tiempo de sincronizar la infraestructura del país con la memoria de sus creadores.

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