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La Hacienda del estado de Nueva York está estudiando abrir una investigación contra el presidente de EEUU, Donald Trump, por presunto fraude fiscal.
 La razón es una investigación del diario 'New York Times' plasmada en 
un monstruoso artículo que es fruto de una investigación de año y medio,
 y en la que se afirma que el padre del presidente de Estados Unidos le transfirió, en las décadas de los setenta, ochenta, y noventa, 413 millones de dólares (358 millones de euros) a través de 295 transacciones estructuradas para eludir sus obligaciones fiscales. 
El artículo califica muchas de esas operaciones como "dudosas" desde el punto de vista legal, y algunas como "directamente, fraude".
 Aunque la Casa Blanca no ha respondido a las alegaciones, los abogados 
de Trump las han calificado de falsas y han amenazado con denunciar por 
difamación a los autores del artículo y al diario. 
La noticia abre un nuevo frente legal para Donald Trump. Y, además, en el terreno políticamente más peligroso para el presidente: el tributario. Ni la 'trama rusa', ni el pago de 130.000 dólares (113.000 euros) a la actriz pornográfica Stormy Daniels
 a cambio del silencio de ésta sobre una relación extramatrimonial con 
el presidente, ni el blanqueo de capitales de oligarcas ucranianos 
prorrusos llevado a cabo por su ex jefe de campaña, Paul Manafort, ni el intento de su ex consejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn, de intervenir en la política exterior el Gobierno de Barack Obama tienen el impacto de las investigaciones sobre la elusión de impuestos por parte de Donald Trump. 
El propio presidente ya advirtió en junio de 2017 al fiscal especial de la 'trama rusa', Robert Mueller,
 de que la investigación de sus operaciones empresariales -o las de su 
familia- previas a su entrada en política supondría cruzar una 'línea roja',
 que presumiblemente se traduciría en la destitución del investigador y 
el final de las pesquisas. Mueller ha eludido la amenaza del presidente 
dejando que la investigación sobre los presuntos delitos económicos del 
presidente recaiga sobre la Fiscalía Sur de Manhattan, sobre la que 
Trump no tiene jurisdicción. Esa jurisdicción es la que está 
interrogando al máximo responsable de las finanzas de Trump y su 
familia, Allen Weisselberg, que ha logrado inmunidad de la Justicia a 
cambio de declarar. 
Ahora, la noticia del 'New York Times', 
realizada tras estudiar más de 200 documentos, añade más gasolina al 
incendio con la exposición de una amplia gama de trucos fiscales
 empleados por Fred Trump para transferir su herencia en vida a Donald 
Trump -y, presumiblemente, también a los hermanos de éste- y, también, 
para rescatar a las empresas del presidente cada vez que éstas entraban 
en dificultades económicas, algo que ha sido una constante en su carrera
 empresarial.
Los sistemas empleados han sido los habituales en 
este tipo de operaciones y, en realidad, son el estándar empleado por 
muchas grandes fortunas de EEUU y de todo el mundo para transferir riqueza de una generación a otra sin pagar impuestos. Así es como, a la muerte de Fred Trump, en 1999, Donald apenas tuvo que pagar impuesto de transmisiones. 
Entre las prácticas que Fred y Donald Trump emplearon más está la infravaloración sistemática de activos
 para pagar menos a Hacienda, y los inflaron para pedir créditos, algo 
que el presidente sigue haciendo a día de hoy cada vez que hace la 
Declaración de la Renta, momento en el que el valor de sus campos de 
golf se desploma. Algunas han sido más creativas. Así, Fred Trump salvó 
de la quiebra a una empresa de Donald propietaria de un bloque de 
apartamentos comprando el 7,5% de su capital por 15,5 millones de 
dólares (13,4 millones de euros) en diciembre de 1987. En 1991, Trump 
'padre' vendió a su hijo ese 7,5% por 10.000 dólares (8.700 euros). 
Esa
 minusvalía del 99,34% en un edificio de viviendas en el centro de 
Manhattan no sería justificable ni aunque la torre en cuestión, Trump 
Palace, se hubiera caído y solo quedara el solar. Pero ése no fue el 
caso. Es evidente que Fred Trmp estaba, una vez más, salvando a su hijo de la ruina.
 Pero, con la minusvalía, el padre también se hacía a sí mismo un favor.
 Esos 14.990.000 dólares de pérdidas desgravaban su factura a Hacienda. 
Otras actividades ya fueron descubiertas, y sancionadas por las autoridades, pero con multas simbólicas para el tamaño de las operaciones.
 Uno de los casos documentados por el 'New York Times' y que es más bien
 propio de una película de Martin Scorsese es lo que hizo Fred Trump en 
1990: enviar a uno de sus empleados a un casino de su hijo en New Jersey
 con la orden de comprar 3,5 millones de dólares (tres millones de 
euros) en fichas sin realizar ni una sola apuesta. Eso es algo ilegal. 
Pero el castigo que New Jersey impuso a los Trump deja claro que el 
delito merecía la pena: apenas 65.000 dólares (56.000 euros) de multa
