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Por: Julio Ramos │www.notiexpres24.com.ve │Tu Portal de Noticias
Muchos piensan que hacer negocio con el agua es la ruina, esa es la percepción que heredamos de nuestros abuelos y abuelas, sin duda para la época el sistema no había mercantilizado tanto las cosas de primera necesidad, hoy en día la realidad es distinta y el “negocio”, de vender agua se convirtió en un negocio lucrativo.

Esta modalidad de comercio va en aumento debido a las dificultades heredadas durante décadas del suministro del vital líquido en el municipio Leonardo Infante, y que se ha incrementado ante el crecimiento de las áreas urbanos y rurales que cada día demandan más servicios públicos.

Más de 400 barrios circundan el municipio Leonardo Infante, muchos de ellos fundados por invasiones donde las masas de necesitados durante años buscaban un hogar para su familia, de allí nace la Misión Vivienda quien da a la familia Venezolana un hogar digno.

El crecimiento vertiginoso de la población viene entonces con más demandas de servicios públicos y ante la falta de inversión poco a poca fue decayendo el suministro del vital líquido a las áreas residenciales infantinas.

La precariedad del servicio sin duda alguna resultó ser una oportunidad para todos aquellos que hoy en día se dedican a la venta del vital líquido haciendo de este negocio altamente lucrativo, saquemos cuenta: recuerdo que cuando la reconversión un tanque de agua de mil litros llegó a costar 100 soberanos, sin duda un dineral para esos días. Así fue progresivamente aumentando, 500, 800, 1000, 1200, 1500, 2000, y hasta 2500 en la actualidad.

El vital líquido es regalado en la planta potabilizadora y según algunos cisterneros tienen una cuota de servicio social otorgándole agua “gratuita”, a diversas dependencias públicas como hospitales, escuelas y CDI.

Evidentemente que el negocio que a mi criterio resulta altamente rentable, sobre todo si a una cisterna de 10 mil litros se le saca diariamente 20 mil bolívares soberanos, estamos hablando de un viaje diario sin hacen dos, ustedes saquen las cuentas.

Si algún cisernero lee este artículo de opinión sacará a relucir el precio de los cauchos, el aceite, los repuestos y pare usted de contar, bueno entonces valdría la pena preguntarnos si mensualmente cambian cauchos y si las unidades que evidentemente tienen que tener en óptimos estado para prestar el servicio no percibe el dinero suficiente para mantenerlas.

100. mil soberanos semanales trabajando de lunes a viernes en un solo turno son 400 mil soberanos y si hace dos viajes diario este ingreso se dobla a 800 mil soberanos es decir casi un millón de bolívares mensuales estamos hablando de un camión de 10 mil litros. Ustedes me dirán si una persona devengando un sueldo de 4.500 soberanos puede costear un tanque de agua esencial para la vida, como dije n el titular una necesidad convertida en negocio.

Ante la opinión pública esta suma es sin duda escandalosa,  mientras tanto los que tenemos que comprar el agua tenemos que aguantar callados, indefensos ante esta especulación que parece no tener freno.

El nuevo Concejo Municipal debería legislar de manera urgente para tomar los correctivos necesarios en cuanto a este servicio que prestan los cisterneros,  que estos paguen el agua que les da el Estado gratuitamente para que ellos hagan su negocio con la venta del vital líquido, yo me pregunto cuánto pagan de impuestos a la municipalidad, el socialismo es bueno mientras no se paga nada y el capitalismo es malo cuando se toca el bolsillo de quienes durante años se acostumbraron a no meterse la mano en el bolsillo para cumplir con las normativas legales de impuestos por actos comerciales.

Sin duda se debe para regularizar esta negocio que a simple vista parece uno de los más lucrativos, como dice el viejo adagio “el que trabaja con agua no pierde”, y entonces si es así, es hora de hacer leyes municipales que pongan un coto a esta situación y regularizar el precio astronómico de venta del agua, tomando en consideración las distancias a destino, evaluar las condiciones sociales de las zonas a beneficiar y evidentemente establecer los impuestos que estos deben pagar por venta del vital líquido.

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