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Por Ítalo Urdaneta:


Empezando por el segundo punto al cual nos referiremos en esta nueva entrega, comenzamos diciendo que es inexplicable que Estados Unidos, acostumbrado a intervenir en aras de promover supuestamente la paz y la democracia en nuestro Continente, no haya intercedido aun para acabar con el conflicto armado que vive Colombia desde hace más de 70 años, el cual –recordemos- surgió una vez que la ultra derecha de esa nación asesinó de varios balazos al líder de izquierda, Jorge Eliezer Gaitán.

Desde entonces Colombia vive un conflicto armado, que ha generado más de 220 mil personas asesinadas, más de 25 mil desaparecidos y unos 4 millones 700 mil desplazados, en el período comprendido que va desde 1958 hasta el 2012, refiere el organismo encargado, con sede en Bogotá, de preservar la memoria histórica del conflicto armado colombiano, conocidos con las siglas CNMH.

Hoy por hoy, en Colombia, se sigue asesinando como si nada a decenas de hermanos, sobre todo aquellos que persisten en ganarse un puesto en el mundo político promoviendo el socialismo, como acaba de ocurrir solo hace unos días atrás.

Asumiendo un silencio cómplice pareciera que Estados Unidos quisiera ser visto como un país neutral que no desea involucrarse en esa guerra desproporcionada que alientan los propios gobiernos de turno de Colombia en contra de los grupos armados guerrilleros, como los son el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

¿Por qué ocurre esto? A nuestro modo de ver hay mucha tela que cortar en el conflicto armado que vive Colombia. Recientemente vivos que, desde Cuba, como país anfitrión, la FARC y el gobierno del presidente Juan Manuel Santos firmaron un tratado de paz que de la noche a la mañana se convirtió en un sueño utópico, por cuanto el nuevo jefe de Estado del país granadino, Iván Duque, rompió con los acuerdos que obligaron a los líderes guerrilleros a tomar de nuevo las armas.

Las razones de este desencuentro han sido más que justificadas por las FARC, por cuanto el Ejército de Colombia continúa dando de baja a los ex guerrilleros que se acogieron al tratado de paz.

Mientras todo esto sigue, el imperio solo tiene miradas hacia Venezuela en la persona del presidente Nicolás Maduro, a quien descalifica y lo tilda de dictador y de aupar el terrorismo en Latinoamérica.
¿Qué le impide o por qué no actúa EE. UU para acabar con el viejo conflicto? Sin duda, hay un interés supremo, y este descansa en la venta de armas que producen las empresas norteamericanas para seguir alimentando el conflicto.

El ex presidente Álvaro Uribe está considerado como el responsable de que el acuerdo de paz haya fracasado, pues desde la misma Colombia se le acusa de ser un “perro de guerra”, que solo se desvive porque el conflicto armado se mantenga y tome –incluso- otras dimensiones, involucrando a Venezuela.

Pero lo extraño de todo esto es que el gobierno de Estados Unidos, quien dice estar combatiendo también el tráfico y la producción de droga, no haga nada en Colombia para contrarrestar o enfrentar este flagelo, a pesar que el país granadino está catalogado como la nación que produce el 70 % de toda la droga que se consume en el mundo.

Extrañamente en Colombia hay siete bases militares norteamericanas, más que para controlar la producción de droga y el conflicto armado que registra ese país, al parecer las tienen destinadas para amedrentar y de ser necesario, según ellos, atacar a Venezuela, dado que todos los días así lo dejan entrever.
El ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, de nuevo salta a la palestra. Su historial lo vinculan desde hace mucho tiempo atrás al afamado cartel de la droga, que lideró en el pasado el reconocido narcotraficante Pablo Escobar Gaviria, con quien mantuvo estrechos vínculos y se retrató en más de una oportunidad.

La producción y la comercialización de la droga al parecer es la actividad fuerte a la que se dedica todavía Uribe Vélez, según lo han declarado activistas y periodistas de Colombia.

A Uribe Vélez también se le señala de crear y dirigir para proteger la actividad del narcotráfico a los grupos paramilitares, llamado vulgarmente “Los Paracos”, que operan libremente a lo largo y ancho de la frontera con Venezuela, promoviendo al mismo tiempo el secuestro, el terror y el contrabando de extracción de Venezuela hacia Colombia de gasolina y todo lo que esté a su alcance.

Es fácil entender entonces porque las autoridades de EE.UU se hacen los ciegos, los sordos y los mudos, con el conflicto armado que persiste en Colombia, pero además de todos es sabido que la industria del narcotráfico le genera inmensas fortunas no solo a Colombia, sino también a quienes se escudan detrás del Pentágono y de la Casa Blanca, que todo lo pueden, en un país que está considerado como el primer consumidor de droga en el mundo.
italourdaneta@gmail.com
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