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(24 de junio de 1960-2020).

FELIPE HERNÁNDEZ G.*

Hace 60 años, el 24 de junio de 1960, ocurrió un intento de magnicidio a través de la explosión de una poderosa carga de dinamita y termita, colocada dentro de un vehículo Oldsmobile 54, estacionado en el canal derecho de la avenida de acceso al Paseo Los Próceres, en Caracas, donde se celebraría un desfile militar para conmemorar la Batalla de Carabobo y el Día del Ejército. El hecho de que el vehículo se encontraba en una zona por la que pasaría la comitiva del Presidente Rómulo Betancourt (1959-1964), algo prohibido por las autoridades, dejó claro que la autoría provenía de miembros de las Fuerzas Armadas que estaban en el gobierno y que todavía apoyaban a la dictadura que recientemente había dejado atrás el pueblo venezolano.

Era día viernes, el presidente Rómulo Betancourt salió desde la quinta “Los Núñez” en Altamira, en el segundo de tres vehículos Cadillac negros que conformaban la caravana, y en aquella limosina, manejada por el chofer oficial Azael Valero, le acompañaban su Jefe de la casa Militar, el coronel guariqueño, Ramón Armas Pérez, sentado en el asiento delantero, a la derecha del conductor.

 El Ministro de la Defensa, general Josué López Henríquez y su esposa, iban con Betancourt en el asiento trasero. Cerca de las 9.30 am ya estaba la caravana circulando por el inicio del Paseo Los Próceres, hacia el tramo central donde se realizan los desfiles militares y otras actividades, para lo cual tiene gradas de concreto, y partes techadas, destinadas a albergar a los asistentes más importantes. Estructura diseñada para servir como sede de desfiles militares y espectáculos de masas, algo similar a las funciones que cumplían los Coliseos en el imperio romano.

Aunque el abanico de enemigos de Betancourt era ancho, desde el primer instante él tuvo la certeza de que este atentado -trágico pero sin lograr su objetivo esencial- fue patrocinado por el déspota Rafael Leonidas “Chapita” Trujillo [por la excesiva cantidad de medallas que adornaban su chaqueta militar], lo cual fue corroborado en tiempo récord por las investigaciones que comenzaron por la placa del carro-bomba, prestado a uno de los complotados, Manuel Yánez Bustamante, quien una vez detenido delató al resto de la banda. Los militares Eduardo y Ángel Morales Luengo, trajeron desde República Dominicana los equipos de transmisión remota, Luis Cabrera Sifontes fue el encargado de hacer detonar la carga, a la señal del sombrero de Yánez.

Todo fue planificado en Madrid, en la residencia de Napoleón Graziani, un grupo de perezjimenistas, respaldados por la primitiva dictadura quisqueyana, contra la cual había actuado Betancourt, solidario con los opositores a Chapita Trujillo. En este crimen se juntaron el hambre y las ganas de comer, dos pandillas vinculadas a dictaduras, una ya derrocada, otra a punto de colapsar, como lo vaticinó certeramente el propio Betancourt:

“No me cabe la menor duda de que en el atentado de ayer tiene metida la mano ensangrentada la dictadura dominicana, pero esa dictadura vive su hora pre agónica, son los postreros coletazos de un animal prehistórico incompatible con el siglo XX”. Rómulo Betancourt.

Las sospechas sobre la conspiración no eran infundadas, ya que con anterioridad se habían producido otros intentos de atentado contra el líder venezolano, como por ejemplo el que sufrió en La Habana en 1950, cuando un sicario le atacó para inyectarle un veneno. Afortunadamente Betancourt pudo salir ileso pero las conspiraciones para acabar con su vida siguieron latentes… La dictadura de Trujillo fue condenada por la mayoría de los países de la OEA, y desde entonces adoptaron la “Doctrina Betancourt”, que compromete a los países miembros a repudiar todo régimen que se aparte del ejercicio democrático y el respeto a los Derechos Humanos… Once meses después del fallido atentado contra Betancourt, Chapita Trujillo sufrió un genuino y exitoso atentado, y en el planeta hubo un dictador menos.

Los equipos usados por los complotados para detonar a distancia los 65 kilos de explosivos que escondía el verde oldsmobile modelo 54, eran modernos para la época, el modus operandi había sido probado con vehículos y víctimas humanas. Segundos marcaron la diferencia, que proyectó la porción más destructiva de la onda explosiva sobre la mitad delantera de la limousina presidencial [así lo demostraban las abolladuras en la puerta y el guardafango delanteros derechos]. Uno o dos segundos más tarde los mayores daños le habrían ocurrido a la mitad posterior del vehículo, invirtiendo el saldo de un muerto y un herido en el asiento delantero, trasladando las bajas a los ocupantes del asiento trasero.

Sobre los hechos escribe el Dr. Simón Alberto Consalvi, vale la pena cederle la palabra al Presidente Betancourt: “En la avenida de Los Próceres, a las 9:20 de la mañana, estalló una poderosa explosión, que lanzó el automóvil nuestro fuera de la vía y lo convirtió en una masa de hierro y fuego. Pereció allí mismo, alcanzado directamente por el cono de la explosión, el valeroso y bueno Ramón Armas Pérez, ascendido post mortem a general de brigada…”.

El Coronel Armas Pérez [natural de Tucupido con importantes vínculos consanguíneos y por afinidad en el estado Guárico, especialmente en Valle de la Pascua y Zaraza, y en Bajo Unare en Anzoátegui (Clarines y Guanape)] recibió el mayor impacto de la onda explosiva, por ser quien estaba a menor distancia del carro-bomba, falleció en el acto. El conductor sufrió graves heridas y quemaduras. El ministro y su esposa salieron casi totalmente ilesos, el Presidente logró salvar su vida, pero tuvo quemaduras en las manos y el rostro, un corte en el labio inferior, lesiones en el ojo derecho que le afectaron la vista, y en el tímpano derecho que lo dejó parcialmente sordo. Las lesiones en oído y boca le dificultaron hablar correctamente por algún tiempo, sin embargo esa misma noche dio una rueda de prensa, y al otro día se dirigió al país en cadena nacional de radio y TV, para demostrar que estaba vivo y lúcido, en total capacidad para seguir cumpliendo las funciones propias de su alto cargo.  

A sesenta años del atentado en la avenida de Los Próceres en Caracas contra el primer presidente del período democrático iniciado en 1959 en nuestro país, es sin lugar a dudas, un acontecimiento que desde entonces no ha tenido punto de comparación, por lo cual, destacarlo, investigarlo y analizarlo, es una tarea a cumplir en el recorrido de nuestra historia contemporánea.
Valle de la Pascua, 23 de junio de 2020.

UNESR-Cronista Oficial del Municipio Infante (Valle de la Pascua) // fhernandezg457@gmail.com

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