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Un cálido autobus de vuelta entre Caracas y San Juan. Yo tendría entre 15 o 16 años. Mi mirada periferica al poco tiempo de haberme sentado, cansado y agobiado por este largo día, era distraída por algo que no me dejaba concentrarme en los libros recién comprados en la Feria del Libro. 

 Pensé al instante, "son dos chamos besandose", sin embargo, aguzo mi vista y a 7 puestos  en diagonal vi una pareja de dones besandose, "Que lindo es el amor" dije, en voz baja (o eso creí),   "Si supieras que tienen tal vez dos años conociendose, esos están de luna de miel" respondió mi madre sonriendo.

"¿Cómo así?" 

"Bueno, ellos se conocieron en una feria del libro y están juntos desde entonces" 

Eso imprimió en mí más curiosidad al verlos. Y es que sí, daba gusto observarlos, él tocando su cachete y sonriendo y ella sonrojada, se hablaban al oído y juraría que cuando llegaran  a su hogar sin duda alguna,  terminaban consumando esa escena de amor.

Por esa conexión, terminé a los meses conociendo a estos personajes, Guy, un aviador, pintor y monumento cultural en vida de San Juan de los Morros. Alicia Barreto, poeta, amante ferviente de las artes.

Con ese señor de barba larga, siempre me cruzó en las calles, tras una caminata donde el sol es inclemente, su sonrisa y anécdotas son un antídoto necesario para el día lleno de poca forma y sustancia. Nuestra amistad a pesar de los distante de las edades, cuenta con cierta complicidad.

 "¿Cómo está la muchachita? " le preguntaba tras algunos minutos de conversación, él siempre se refería a su novia de esa manera, "brillante, lúcida y llena de vida como siempre, esa es un niña cuando me ve y estamos juntos" terminaba ríendose fuerte y dejando entrever cierta picardía.

Y eso, me dejaba atónito, cómo es posible que dos personas después de tantos años y vivencias, hijos, amores, desgracias podían compartir sus últimos años juntos, abriéndose a relación que he de contar contaba con una convivencia. 

 Entendí, claro que las conéxiones son ríos que a pesar de su cauce siempre tendrán alguna sintonía y que los años aguardaron para creer un escenario para estos dos tortolos. ¿De cómo fueron sus antiguos amores? Lo desconozco.

Hoy escribo estás palabras como homenaje al fallecimiento  de la señora Alicia, y el adiós repentino  que mi Guy tuvo que darle a su amada, tal vez para siempre o tal vez hasta pronto. 

Pero, lo que si sé es que este hombre amó a esta mujer hasta el último aliento de su vida y por haberme regalado aquella escena en Caracas, estoy agradecido. 

Paz y luz a sus restos.

*Escrito realizado por Chagin  Antonio Buaiz Molina*

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