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La Discapacidad no limita, despierta fortalezas

Oscar Humberto González Ortiz

La discapacidad, aunque perturbadora y desafiante, puede inspirar compasión, empatía, inclusión o superación. Estas cuatro palabras encapsulan la complejidad y riqueza de experiencias que rodean el tema, ofreciendo un punto de partida para explorar aspectos positivos de este artículo que busca promover conciencia y entendimiento, “en un mundo diverso donde la discapacidad no limita, despierta la fortaleza y la resiliencia de quienes la enfrentan día a día”. 

Agradezco los comentarios del artículo “Mi discapacidad temporal”, por ello me motivé a escribir esta segunda parte, al sentir hasta discriminatoria la palabra discapacidad. Por ello, considero importante sensibilizar a la sociedad sobre las dificultades que enfrentan las personas con discapacidades permanentes. 

Tras experimentar la discapacidad temporal, aprendí a conocer de la experiencia directa, parte de la realidad de quienes enfrentan discapacidades permanentes. La falta de accesibilidad en el transporte público, ya que en oportunidades los conductores se hacen los ciegos; los empujones sin consideración en muchos ambientes; la persona que prácticamente te agrede se hace la muda para ofrecer disculpas; las miradas de desdén y las burlas frecuentes que se convierten en acoso (bullying) son sólo la superficie de los desafíos diarios. 

Por otro lado, tenemos la incapacidad para valerse por sí mismo en las actividades cotidianas, la privación sensorial de la audición o visión,  la limitación para realizar múltiples tareas, todo lo cual verdaderamente conforma una gesta diaria. 

Un largo recorrido en el tiempo

A lo largo de la historia, hemos dado pasos significativos en el reconocimiento de los derechos de los seres con discapacidad. Desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948 hasta la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad en 2006, son avances en el camino hacia una sociedad más respetuosa con la diversidad funcional, pero al parecer en la práctica no son suficientes.

Revisando material bibliográfico, aprecio que a lo largo de la historia, presenciamos una evolución en la forma en que nos referimos a las personas con discapacidades;  términos como “minusválido” o “inválido” eran comunes, pero con el tiempo se reconoció que estas palabras tenían connotaciones negativas, por lo que surgieron conceptos más inclusivos como “discapacitado”, seguido por “capacidades diferentes” y “capacidades especiales”, que buscan resaltar las habilidades únicas de cada individuo más allá de sus limitaciones. 

Esta evolución en los términos utilizados refleja cambios significativos en la percepción social hacia las personas con discapacidades; a medida que la conciencia sobre la diversidad y la inclusión va creciendo, se busca adoptar lenguajes más respetuosos para referirse a este grupo de la población. La transición de términos despectivos o limitantes hacia expresiones que resaltan las capacidades individuales puede expresarse como un reflejo del progreso social y cultural que hemos experimentado. 

Además, es importante reconocer que el cambio en el lenguaje no es simplemente una cuestión semántica, también tiene un impacto relevante en la forma en que las personas con discapacidades son percibidas y tratadas en la sociedad. 

Al utilizar términos más inclusivos, fomentamos una mentalidad de aceptación y valoración de las habilidades únicas de cada individuo, promoviendo así ambientes más integradores para todos. En este sentido, el uso de terminología respetuosa contribuye a derribar barreras invisibles, construyendo puentes hacia mayor empatía. Al adoptar el lenguaje que enfatiza las capacidades individuales en lugar de las limitaciones, promovemos la cultura del respeto mutuo,  desafiando los estigmas asociados a las discapacidades. 

Por el material consultado, resulta fácilmente apreciable lo valioso de comprender que el lenguaje no es estático, evoluciona junto con la comprensión y sensibilidad; por tanto, debemos estar abiertos a seguir adaptando nuestro vocabulario para reflejar visiones inclusivas, respetuosas hacia las personas con discapacidades. Este compromiso con un lenguaje más empático permitirá avanzar en dirección hacia una sociedad más igualitaria para todos sus miembros. 

¿Es natural cuestionarse sobre la definición de discapacidad? ¿Cómo se relaciona con nuestras habilidades y conocimientos en diversas áreas? Históricamente, la discapacidad ha sido entendida en un contexto médico y funcional, centrándose en las limitaciones físicas o cognitivas de una persona. Sin embargo, entendemos que en la actualidad, se reconoce que la discapacidad es un concepto multidimensional que va más allá de las limitaciones individuales, abarcando factores sociales, ambientales y culturales. 

A lo largo del tiempo, la comprensión de la discapacidad evoluciona hacia enfoques más inclusivos, pasando de una visión puramente médica a modelos sociales que reconocen barreras estructurales y actitudinales que enfrentan las personas con discapacidades. Este cambio de paradigma, lleva a la comprensión más amplia de la discapacidad, incluyendo aspectos como el acceso a la educación, empleo, transporte y participación social. 

La discapacidad no debería definir por completo a una persona, ni limitar su potencial en diferentes áreas del conocimiento, cada individuo posee habilidades únicas y talentos que van más allá de cualquier etiqueta o categorización. Después de mi experiencia vivida, reconozco que el concepto de discapacidad es dinámico, puede variar según el contexto cultural, social e histórico, así lo que se considera una limitación en un entorno puede ser percibido como una habilidad valiosa en otro. 

Adoptemos enfoques inclusivos, valoremos las diferentes formas de contribución y expresión, independientemente de las capacidades convencionales. Fomentemos la participación equitativa de todas las personas, busquemos como enriquecer el diálogo social y cultural, generemos espacios creativos e inclusivos que valoren las diferentes formas de expresión.

Cuidado con las comparaciones innecesarias

Es natural preguntarse si la falta de habilidades excepcionales en campos como la física, las artes o la música nos hace sentir discapacitados en comparación con figuras icónicas como Stephen Hawking, Vincent Van Gogh, Ludwig Van Beethoven o Andrea Bocelli. Sin embargo, es importante recordar que la grandeza de estas personalidades no sólo radica en sus talentos innatos, pues es motivo de asombro su dedicación, pasión y perseverancia para desarrollar esas habilidades a lo largo del tiempo, puesto que ellos también sufrieron alguna limitación física. 

Siento que, en lugar de compararnos con genios de renombre mundial, debemos enfocarnos en descubrir y cultivar nuestras propias fortalezas. Quizás tenemos talentos únicos, todos tenemos potencial especial y valioso que podemos aportar al mundo de maneras significativas. Después de investigar sobre el tema y experimentar mi discapacidad temporal, considero que no debemos sentirnos discapacitados por no ser expertos en campos específicos. Mejor exploremos nuestras pasiones individuales.

El talento excepcional va acompañado del esfuerzo y dedicación que se requieren para alcanzar la excelencia en cualquier ámbito; el camino para dominar una habilidad requiere práctica constante, aprendizaje continuo y mentalidad de crecimiento. No se trata del punto de partida, es el viaje y evolución que experimentamos a lo largo del camino. Sentirse discapacitado por no poseer ciertas habilidades sobresalientes puede limitar nuestra autoestima, en lugar de enfocarnos en lo que nos falta, concentremos energías en desarrollar las capacidades existentes, estableciendo metas alcanzables, trabajando duro para mejorar constantemente. Y nunca olvidar que la autocompasión no nos llevará lejos, la determinación y la acción sí lo harán. 

Vivida mi experiencia de impedido, inválido, minusválido, discapacitado, capacidades diferentes o capacidades especiales, recomiendo a todos que se enfoquen en el propio crecimiento personal, desarrollo individual, avanzando con pequeños logros. Cultive usted la mentalidad positiva, rodéese de personas inspiradoras y oriéntese en los aspectos claves para alcanzar el máximo potencial,  encontrando  satisfacción en la vida. La verdadera grandeza reside en ser auténticos, resilientes y compasivos en nuestro viaje hacia la autorrealización. 


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