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Relato: El Último Reporte / Por Julio Ramos.

Era un día cualquiera en Valle de la Pascua, un lugar donde el tiempo parecía haberse detenido, pero hoy no estaba tan tranquilo. Leonardo, un periodista siempre hambriento de historias, acababa de recibir un chisme que prometía mover el agua en ese apacible panorama. Un hombre había sido asesinado, y lo que parecían ser los ecos de un drama romántico estaba por desenmarañarse.

Con su libreta en mano y una mirada de determinación, Leonardo llegó al lugar del crimen: un sector rural que parecía no haber conocido días mejores. La policía ya estaba en la escena, y los vecinos, con sus caras de asombro, murmuraban como si estuvieran compartiendo un secreto. "¿Sabían que el fallecido, Elionoro, estaba metido en un lío amoroso?", comentó un viejo de barba canosa mientras se sacudía el sombrero, y echaba un escupitajo de chimó. Leonardo, el Periodista levantó una ceja; eso sonaba jugoso.

Se acercó a la oficial que custodiaba el lugar y le preguntó: "¿Qué pasó aquí?". Ella, con una expresión poco dispuesta, le respondió: "Fue un crimen pasional. La novia de Elionoro, lo encontró con otra mujer. La cosa se volvió fea, y ya sabe cómo termina. Hombres al fin.. Todos son iguales dijo.". Esto sólo aumentó su curiosidad, del periodista. 

Se supo que la novia, Ana, había estado al tanto de las infidelidades de Elionoro, pero aún así, su amor había sido ciego y tierno. Leonardo decidió buscarla. A través de la carretera de tierra y con un par de chismes de más, logró dar con su dirección. 

Al llegar, encontró a Ana en el porche de su pequeña casa. Tenía la mirada perdida y el corazón hecho trizas. "No tenía idea de que esto pasaría. Creí que íbamos a casarnos", dijo mientras unas lágrimas le escurrían por la mejilla. Leonardo la escuchó, saciando su sed de rol de psicólogo improvisado, pero también sabía que una historia así vendía. 

"¿Tienes algún sospechoso?", preguntó, buscando el detalle que lo llevaría a la verdad. Ana lo miró fijamente y, entre sollozos, mencionó a una tal Marta: "Es una mujer con la que Elionoro, había estado montandome los cachos,  pero igual wn lo amaba dijo entre un sollozo llanto. "Ella sabe más de lo que dice". Pensó el Periodista. 

Con un nuevo objetivo, Leonardo se dirigió a la casa de Marta, una casita de barro todavía más pintoresca que la de Elionoro. Al abrir la puerta, se encontró con una mujer de mirada inquisitiva. Sin perder tiempo, le lanzó la pregunta directa: "¿Tú y Elionoro tenían algo?".

Marta, nerviosa, titubeó y luego respondió: "Éramos amigos... yo sólo quería ayudarle". Pero había algo en su tono, una chispa de algo más. Leonardo no se dio por vencido y comenzó a desmenuzar la conversación. En un punto, la verdad salió a la luz: Marta había estado enamorada de Elionoro y había intentado protegerlo de sus propias decisiones erráticas.

Mientras oía la historia, una idea le cruzó la mente: ¿Y si el crimen no era un simple arrebato de celos, sino un complot más elaborado? Tal vez Ana, en un momento de desesperación, había buscado ayuda de la misma Marta. Las piezas del rompecabezas estaban a un paso de encajar.

Al regresar al pueblo, los rumores ya habían comenzado a girar como un torbellino. Leonardo, sintiéndose al borde de descubrir la verdad, escribió su reporte, entrelazando los hilos de amor y odio en una red de intriga.

Cuando el artículo se publicó, Valle de la Pascua despertó como de un sueño; los secretos ocultos empezaron a salir a la luz. Nadie estaba a salvo, y mientras la tranquilidad regresaba al sector rural, el eco del homicidio de Elionoro resonaba en cada esquina del pueblo.

El Cicpc, luego de las pesquisas culminó la Investigación con la detención de las dos mujeres,  descubriendo qué detrás de toda la trama se escondía el móvil del asesinato en complicidad para quedarse con las tierras y el ganado de  Elionoro, quien murió bajo engaño creyendo que era amado por dos mujeres.. 

Al final, Leonardo se dio cuenta que el amor y la tragedia podían ser un cóctel mortal. Y así, con su libreta y su pluma, se despidió del pueblo, dejando atrás un rastro de intriga, pero a la vez, una curiosidad insaciable por la próxima gran historia.
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