Tu Portal de Noticias


Eleida Josefina Vargas

Relatos: Eleida Vargas. El corazón sonriente de la Plaza Bolívar de Valle de la Pascua. 

Periodista Julio Ramos. 

En el corazón de la "Princesa del Llano", específicamente en la Plaza Bolívar de Valle de la Pascua, una voz familiar, cargada de alegría y calidez, resuena cada tarde. "¡Amiguito! ¡Amiguita!", es el saludo inconfundible de Eleida Josefina Vargas, una mujer de 58 años que se ha convertido en la protagonista de sonrisas y compartir de los visitantes de la Plaza Bolívar Del municipio Leonardo Infante. Eleida forma parte del personal adscrito a la Alcaldía de Infante, dedicada incansablemente a las labores de mantenimiento y aseo que mantienen limpia el epicentro de la "Princesa del Llano".

Su sonrisa, contagiosa es un testimonio silencioso de su inquebrantable espíritu. Pese a las pruebas que la vida le ha presentado, Eleida proyecta una actitud de gratitud y optimismo, una cualidad que, sin duda, la define y la hace querer por todos.

La vida no siempre le sonrió de vuelta. Desde muy joven, Eleida se forjó en la labor doméstica, con la única meta de ver a sus hijas crecer y labrarse un futuro. Su esfuerzo incansable la llevó a criarlas con dignidad y sacrificio hasta que lograron independizarse. Hoy, con una hija que le acompaña en casa y otra que cruzó fronteras en busca de nuevas oportunidades, su hogar bulle con la alegría de cuatro nietos, su más grande tesoro y motor.

Hace 13 años, "La Amiguita", como cariñosamente la conocen, encontró un nuevo hogar laboral en la Alcaldía de Infante.  Todas las tardes, su turno de limpieza se convierte en una faena compartida con sus inseparables compañeras y hermanas, Yelitza y Aracelis Vargas, y un amigo. Juntos, forman un equipo que va más allá de lo laboral, una pequeña familia que vela por la pulcritud de su ciudad.

A pesar de las limitaciones económicas "Me siento contenta con mi trabajo a pesar de lo poco que gano, ¡me encanta!", nos confiesa entre risas, su rostro nunca refleja la amargura. Para Eleida, cada jornada es una oportunidad de sonreír con la gente, para irradiar esa alegría que la caracteriza. Si la tristeza la roza, no se atreve a salir a la calle con ella. Su contagiosa energía se irradia en cada "¡Amiguito, Amiguita!", y cada saludo es correspondido con el mismo cariño y alegría que ella irradia.

Eleida Josefina Vargas, y la estudiante de  comunicación social Mariedy García 

Su visión de futuro es sencilla pero poderosa: "Pienso seguir trabajando en la calle hasta que Dios me dé fuerzas. Le pido a Dios que me dé valor para seguir adelante". Ese esfuerzo no solo le permite valerse por sí misma, sino que la impulsa a ser un apoyo constante para sus nietos. "Cuento con lo que me gano y también pienso en mis nietos; eso me motiva para ayudarlos a seguir adelante", explica, con la mirada puesta en la plaza Bolívar su lugar de trabajo.

Su hogar, en el sector Emilio Arévalo Cedeño, es un recordatorio de un pasado de lucha superado. Antes, un humilde rancho de zinc, donde "cuando llovía, era como si estuviera lloviendo dentro de la casa", hoy es una vivienda digna. Gestionada durante el gobierno del exalcalde Rafael Ortega, eran tiempos del Comandante Hugo Chávez, por la cual "no pagó nada", un gesto que atribuye con gratitud: "Gracias a el comandante Chávez puedo vivir en una casa digna". Un recuerdo imborrable  de gratitud que durará para siempre gracias al plan gubernamental denominado "Misión Vivienda".

La fe es su brújula y su escudo. "Para mí no existe la desesperanza. Para mí no existe la tristeza, y cuando ella llega, le pido a Dios", nos comparte con la serenidad de quien ha encontrado paz. Cada domingo, su profunda convicción católica la lleva a la misa, donde sus oraciones abrazan a todos: 

"Le pido a Dios por salud, bendiciones y que no falte nuestro sustento. Siempre le pido que proteja a mi hija que se encuentra en Perú, y espero que vuelva pronto", confiesa, con la añoranza de toda madre.

En un país que enfrenta sus propios desafíos, políticos, económicos. Eleida Vargas se erige como un ejemplo de resiliencia. Su inquebrantable fe y optimismo no solo la impulsan a ella, sino que contagian a quienes la rodean. En cada "¡Amiguito, Amiguita!", en cada sonrisa bajo el sol llanero de la Princesa del Llano, ella deja una semilla de esperanza, una certeza de que, a pesar de las dificultades, Venezuela mejorará. 

Eleida no es solo una trabajadora; es un vivo ejemplo de la fortaleza de la mujer de la madre incansable que, con una convicción férrea y la mirada en un futuro mejor, demuestra que la verdadera riqueza reside en la capacidad de seguir adelante, día a día, con dignidad y alegría.

Artículo Anterior Artículo Siguiente