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Energía y soberanía: Juego de poder 

Oscar González Ortiz

La demanda global de energía marca el ritmo geopolítico actual, que intensifica competencia por los recursos finitos, pivote central de la geopolítica energética contemporánea. Es un axioma irrefutable que el planeta necesita cantidades ingentes de combustible. Actualmente es una realidad demográfica que dos naciones superan los 1.400 millones de habitantes; sin embargo, el mayor consumidor energético no es ninguno de esos gigantes poblacionales, es una potencia naval que, desde hace meses asedia el mar Caribe, avivando alarmas de estrategias de control territorial y cuya reciente autorización para operaciones terrestres de una agencia de inteligencia en contra de nuestro territorio genera profunda inquietud, proyectando sombra de interrogación sobre la reciprocidad en las relaciones internacionales. 

Surge entonces esta reflexión: ¿Acaso permitiría esa potencia que el SEBIN ejecutara misiones similares en su suelo? La respuesta, previsiblemente, devela el desbalance del poder global. La República Bolivariana de Venezuela, poseedora de las mayores reservas probadas de petróleo del planeta, se encuentra en el epicentro de esa dinámica.

La posesión de tal riqueza natural, es contexto de creciente tensión, situándonos en el ojo del huracán. Históricamente, los recursos energéticos y minerales fueron catalizadores de conflictos por lo que en estos momentos evoco a Simón Bolívar, quien advirtió sobre la voracidad de esa nación hegemónica, resonando como eco histórico y profecía cumplida muy vigente hoy. Actualmente, esa potencial amenaza injerencista es palpable en el tablero de ajedrez global, donde los recursos energéticos y minerales son piezas principales, por lo que la ciudadanía debe despertar a la realidad: la soberanía no es un concepto abstracto, tiene que ser una defensa integral activa. 

Un llanero de aquel tiempo aconsejaría prepararse, lo que se aproxima son desafíos complejos y ante el inminente fragor, sentenciaría: “¡A ponerse las alpargatas que lo que viene es joropo!” La comunidad internacional observa, la geopolítica energética redefine alianzas alimentando rivalidades.  

Nuestra posición exige conciencia colectiva y comprensión clara de que la soberanía se defiende con diplomacia inteligente y unidad interna; el pueblo debe discernir entre el desarrollo, intereses encubiertos y estar alerta. La defensa integral de la patria es la única garantía de su destino, recordando que Simón Bolívar, en la Carta de Jamaica (1815), expresó profunda preocupación por las intenciones hegemónicas y la influencia de Estados Unidos en el continente. 

La historia nos juzgará por la sabiduría con que naveguemos estas aguas turbulentas.

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