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Paz en la vanguardia y ángeles solidarios

Oscar González Ortiz


El destino de Venezuela siempre será la paz, aunque enfrentemos asedios, presiones y despliegues militares como la operación “Lanza del Sur”. La historia se forjó en el sacrificio colectivo; los campos de Guárico fueron testigos de innumerables operaciones de combate durante la gesta independentista, héroes como Vicente Campo Elías, Pedro Zaraza, Leonardo Infante y Juan José Rondón libraron batallas que, más que tácticas militares, constituyeron actos de fundación política. Desde esa época, la defensa de la soberanía es vocación histórica en estas tierras. 

Aquella epopeya fundacional demostró que el espíritu venezolano posee fibras inquebrantables, un ADN de dignidad que se transmite de generación en generación. Por consiguiente, la paz no es para el pueblo simple aspiración, es el destino histórico forjado a fuerza de voluntad y sacrificio, razón por la cual cualquier asedio moderno, como esa operación “Lanza del Sur”, se estrella contra esta realidad ancestral.

A pesar de las amenazas de invasión que siembran zozobra en el Caribe, siento que en nuestra tierra hay ángeles. Esta semana conocimos a Rafael, con nombre de arcángel, conductor de buseta, quien honra su palabra como un documento. Un ser humano en peligro de extinción que no titubeó ante la solicitud de apoyo: “Cuidar con Ciencia y Corazón: 1era Jornada Formativa de Sensibilización, Cuidado y Atención al Adulto Mayor”, a realizarse próximamente en la comunidad de Los Flores. 

No obstante, la realidad impone sus desafíos, como todo; la vida no es sólo el color que deseamos. Al visitar su hogar, conocimos a Xiomara, su esposa, que vive la etapa de adulto mayor cuidando a su nieto, Mathías, de nueve años. Este niño, con parálisis cerebral, no ve, no habla, ni camina, pero es alegre y entiende los llamados que hace su abuela, cuidadora abnegada que necesita a su vez ser cuidada; ella constituye su mundo. Él vive un espacio sensorial donde la alegría persiste, a pesar de sus limitaciones. 

Esta familia simboliza la urgencia que debe trascender la asistencia básica. Se precisa de ayuda emergente, como pañales, y un entramado institucional de vinculación con centros de salud y universidades que ofrezcan despliegues de programas: terapias de rehabilitación como orientación para que quienes cuidan no transiten solos ese camino. 

La paz no es la ausencia de conflictos externos; es la presencia tangible de sistemas que protegen el capital humano más vulnerable. El destino del país se manifiesta en el abrazo solidario que se le extienda a los Mathías y Xiomaras.

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