El tiempo marcará la pieza: Un acto de fe y civismo
Oscar González Ortiz
Jesús no habló directamente a Pedro sobre los “adultos mayores” en términos modernos, pero hay un pasaje que toca temas relacionados con la edad, servicio y cuidado pastoral: En Juan 21:18-19, más que una profecía, él encierra una verdad social universal. “Extenderás las manos” simbolizando la dependencia, y “otro te ceñirá” habla del cuidado inevitable; este pasaje, proyecta esta imagen: el trato a la persona mayor constituye el termómetro moral de la sociedad.
El tiempo pasa, la eternidad se acerca, y en ese intervalo la dignidad se mide en actos cotidianos de atención; el inexorable paso del tiempo cuenta los días marcando la textura de la sociedad. En la “1ra Jornada de Cuidado y Atención al Adulto Mayor”, expresaron: el trato que dispensamos a los adultos mayores es, esencialmente, un acto de fe en la continuidad y valor de la vida humana, siendo reflejo de nuestra conciencia social.
La “casa envejece y nadie agradece”, frase que retrata el olvido que en el día a día, transformándose en aislamiento social, depresión e hipertensión que no son diagnósticos clínicos, constituyen síntomas del contrato social roto. No hay enfermedades, hay pacientes abandonados por estructuras que priorizan la productividad sobre compasión. Es imperativo trascender la visión del anciano como carga, reconociéndolo como pilar de sabiduría y experiencia. Por ello, la vejez debe dejar de verse como etapa pasiva.
En algún momento todos llegaremos a esa etapa, y la pieza que hoy descuidamos marcará la calidad de nuestro propio mañana. Por ello, la gestión pública debe enfocarse en el bienestar integral con programas de integración activa, pues el espíritu, al igual que el cuerpo, “no debe dejar de moverse”.
La atención a las personas mayores debe trascender la caridad; apreciemos que la riqueza de una nación radica en cómo honra a quienes construyeron sus cimientos. La indiferencia social, requiere cambios de paradigmas: La ayuda que ofrecemos hoy será la semilla del trato que recibiremos mañana, porque indudablemente, “en algún momento vamos a llegar a adulto mayor”.
La pieza final de nuestra historia colectiva será determinada por el valor que le otorguemos a sus protagonistas más veteranos. Es hora de convertir la acción práctica en ese deber político en primera magnitud, en ejercicio de justicia intergeneracional donde el tiempo en efecto marque la pieza. Nuestra elección es
