Earle Herrera
Opinión

Yondriyulecy tatuó el asfalto de La Carlota
durante cuatro meses. Se batió con furia en la calle Élice de Chacaíto, a donde
Ramos Allup iba de blue jean y camisa blanca de vez en cuando, el mismo adeco
que hoy le pide el voto.
Yondriyulecy vio cuando se llevaban preso a su
novio frente a Ocariz, el mismo que hoy le pide el voto. Yondryyulecy lloró
cuando vio en el fondo una alcantarilla a Requesens y al pobre Pizarro que no
lo podía sacar y acusando a la GNB; después supo que todo fue un montaje de los
mismos que hoy le piden el voto.
Yonwatson sufrió graves quemaduras con su propia
molotov y recuerda los aplausos de Florido y Paparoni mientras él se quemaba
para salir del régimen. Hoy, los que aplaudían su hazaña incendiaria, le dicen
que el camino es electoral y que vaya a votar y no se equivoque. Su novia,
Elisayinar, lee en una revista que los que le daban las molotovs, andan de gira
por el mundo y le recuerdan que debe votar mientras ellos siguen por Nueva
York, Madrid o Sidney.
Yuliayanira recuerda que en el plebiscito votó en
una iglesia que prestó la Conferencia Episcopal y sacaron más de siete millones
de votos para desconocer la ANC y a Maduro. Y ahora los obispos de la CEV le
dicen que se olvide de ese plebiscito y vaya a votar en las elecciones que
convocó la Constituyente. Yulianayanira en 2013 obedeció a Capriles y salió a
“drenar la arrechera” y otra vez quiere drenarla pero contra sus dirigentes.
Los guarimberos, los “resistencios”, los
escuderos gasolineros, estallan de ira cuando Borges desde Roma, Guevara desde
Madrid, Florido desde Washington o Ramos Allup desde Miami les piden el voto.
¡Guarimbero serio –recuerdan que decían ellos– no vota!