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Opinión: 
Deísy Víana 
¿Covid-19 ¡Nunca digas nunca!

Ante el desconocido virus cargado de informaciones tanto certeras como de incertidumbres, pero que indudablemente significa un severo factor de riesgo que indudablemente puede ocasionar la muerte, tal como lo evidencian las estadísticas de contagios y mortalidad en muchos países; se han generado una serie de conceptos completamente sesgados ante la interpretación errada de la realidad que rodea  las consecuencias nefastas que puede llegar a ocasionar en la sociedad. 

Pero como todo parte desde la individualidad, son las conductas transgresoras de las normas establecidas para su control el verdadero flagelo con el que se debe batallar, aunado a las sentencias proféticas de lo nefasto promovido por los medios satanistas que se ocupan de alimentar la interpretación errada de la realidad, generando sesgos perceptivos que señalan y enjuician causando daños psicológicos y emocionales en quienes pudieran estar padeciendo por causa del contagio esta enfermedad y por ende, el contagio a sus seres queridos. 

Al sesgar, reina entonces la satanización no del virus sino de quienes lo padecen, al generar matrices de opinión negativa que pudieran generar daños a la moral, violencia de género, violación de derechos humanos, descalificación, discriminación y demás acciones, todas penalizadas por las leyes que rigen la materia según sea el caso. 

Ante esa irracionalidad enmascarada de moral, solo se oculta gente encerrada en la rigidez de sus propios paradigmas que apuestan al pesimismo crónico y desalentador hacia los otros, sin prepararse para recibir con más fuerza el bumerán de burlas, maledicencias y la cosecha de todo el mal que desean a sus semejantes. En tal sentido, pudiera decirse que estamos ante la peor de las pandemias jamás vivida, la inconsciencia.

#DéjameContarte 

La historia de Mónica, una mujer con una posición política exageradamente bien definida, odiaba todo lo que tuviera que ver con el gobierno y obviamente con los gobernantes del momento. El asunto es que cuando Mónica se enteró que a Hugo Chávez le habían diagnosticado un cáncer severo, se alegró tanto que hizo una fiesta en su casa para celebrar. 

Cada vez que las autoridades emitían un boletín para informar a la población sobre su estado de salud, Mónica encendía la música a todo volumen para continuar su celebración, sin mencionar las frases deplorables que le marcaban la hora final a ese ser que sin la investidura presidencial, sin su trayectoria política y militar era un hombre más vestido de piel al que le corría sangre en las venas. 

Recuerdo que aquella fatídica tarde cuando anunciaron su desaparición física, Mónica se vistió de rojo, se subió a su auto, puso la música a todo volumen y recorrió las calles de aquel pueblo sonando la estruendosa corneta y gritando despavorida de felicidad, ese día consumió tanto licor hasta que se saturó de ebriedad.

La vida de Mónica transcurría evocando a cada instante la alegría que le causaba la ausencia de aquel hombre; el destino le tenía preparado una ración de su propia medicina, todo sucedió cuando en un chequeo con su ginecólogo este le dijo que tenía cáncer y ya estaba demasiado avanzado para aplicarle algún tratamiento que pudiera revertir su metástasis. 

En ese momento a Mónica se le derrumbó la vida, allí se aca@baron las burlas, apagó la música, entendió la vida a fuerza de dolor y acabó la fiesta. Tan solo tres meses después, su cuerpo inerte acabado por la culpa recibió sepultura.

Recuerda que con la misma vara que midas, serás medido; este relato es una historia de la vida real, allá afuera hay muchos hombres y mujeres que como Mónica andan por ahí cegados de ignorancia creyendo que nunca serán visitados por la Covid-19, siendo inconscientes en el acatamiento de las medidas de prevención, dudando de la existencia de la enfermedad, politizándola, y lo que es peor, deseando y alegrándose por el mal ajeno pensando que a ellos nunca los va a alcanzar. 

Esta pandemia si sabe de igualdad y de equidad, por eso, ojalá que esas personas nunca digan nunca, porque quién sabe...

Hasta  el próximo sábado... 

Deisy Viana..

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