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APRENDIENDO HABLAR A LA MANERA DE DIOS

POR: Marlín VILLALOBOS

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HISTORIADORA

      En nuestra cultura hispana o latina se ha vuelto costumbre hablar mal, es decir, usando palabras negativas llenas de quejas,  que para nada edifican, sino  que por el contrario destruyen y crean en nuestra  mente y en la de los demás la sensación de derrota, pesimismo y fatalidad. “Pasamos la mayor parte del tiempo manteniendo la boca ocupada  hablando de todos los problemas de nuestra vida  como que si nuestra boca tuviera mente propia” expresa la exitosa escritora  Joyce Meyer en ¡Esta Boca Mía! Pero la biblia nos dice en Proverbios 18:21  que: “la vida y la muerte están en el poder de la lengua” .Eso significa  que no es bueno ir por ahí declarando  bendición en un momento y pesimismo al momento siguiente.

        Por otra parte las malas palabras equivalen a un lenguaje equivocado  que destruye  y que producen aunque no lo percibamos  una mentalidad negativa que afecta a nuestro sistema de creencias así como también la buena salud y  el crecimiento espiritual. Dicen que las palabras se las lleva el viento pero usted y yo debemos saber que no es así, pues son las palabras que van a determinar nuestro futuro; las palabras son documentos legales, escritos en el mundo espiritual. Dijo el Rey David en una oportunidad: “Mi lengua es pluma de escribiente muy ligero” Salmo 45:1.

       De esta manera son escritos esos “documentos” en el mundo espiritual; CON MIS PALABRAS. Ahora, comparando este versículo del salmista con Proverbios 18:21 donde dice que “La muerte y la vida están en el poder de la lengua”, llegue a la conclusión que las palabras que pronuncio con la lengua, juegan un papel muy importante y determinante para mi futuro. Así que debemos tener en claro que en nuestra cultura hay una falsa creencia que las palabras se las lleva el viento y no es así; esto tomando en cuenta la manera de hablar de Dios en nuestro manual sagrado (La biblia). Las palabras que salen de nuestra boca cada día van a determinar  nuestro estilo de vida en el presente y en el futuro.

         

        En este mismo orden de ideas, lo que ocurre con nuestras palabras, es que nosotros “escribimos documentos”  que han de decidir nuestro futuro. Si hablamos palabras positivas, edificantes y que están de acuerdo a la palabra de Dios, tendremos éxito, pero si hablamos palabras negativas, llenas de incredulidad y que no están en línea con lo que ha dicho Dios, tendremos resultados desagradables. Además de las falsas creencias establecidas en la cultura mundial con respecto a nuestra manera de hablar muchas veces nos dejamos llevar por lo que vemos, por la situación y el panorama en el cual vivimos dejando que lo negativo gane terreno en lo que sale de nuestra lengua. La realidad en que vivimos (situación país, enfermedades entre otros) no podemos tapar el sol con un dedo al respecto  pero menos  la vamos evitar con palabras de maldición; hay personas que solo hablan de enfermedades, quejas y es por ellos que nunca salen de problemas; convirtiéndose en esclavas de las enfermedades  debido a las palabras que pronuncian continuamente. Sus cuerpos reaccionan de acuerdo  a lo que sus labios  confiesan.

        Por otra parte, el Pastor, Maestro y Conferencista Robert Vargas, en su libro “Refrena tu  lengua de Mal-decir” citando el libro de Santiago capitulo 3:6 “la lengua está  entre nuestros miembros  y contamina todo el cuerpo “. El autor establece que todo nuestro cuerpo está afectado, para bien o para mal por las palabras que hablamos. Si usted confiesa que su cuerpo no sirve para nada, vaya preparando los servicios  de la funeraria porque  con unas palabras de ese tipo  no le queda mucha vida. En la Biblia, la cual es la guía para nuestras vidas, notamos que Dios le da mucha importancia  a nuestras palabras, para  Él es tan legal  las palabras pronunciadas, como es para nosotros un documento firmado  y sellado en nuestras manos.   

       Finalizo con el mensaje del apóstol Pablo que envió al pueblo de Éfeso  en la carta  los Efesios capitulo 4, versículo 29. “No digan malas palabras. Al contrario  digan siempre cosas buenas, que ayuden a los demás a crecer espiritualmente, pues eso es muy necesario”. El apóstol Pablo es muy claro cuando dice  que es muy necesario  y debe creerlo amigo lector, porque cuando declaramos bendición por nuestra boca las promesas de Dios se activan sobre su vida y la vida de los demás; debemos tener en cuenta que al usar malas palabras usted  no va a llegar a ninguna parte y le dará un mal ejemplo  a los demás. Cambie su manera de hablar a la manera del todopoderoso, créame que a Dios le agradaría que comience hoy mismo.   

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