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Entre Angustia y Esperanza: La Lucha de Tener un Familiar Enfermo

Por: Deisy Viana

Cuando la vida se tambalea,  la sala de espera del hospital se convierte en un microcosmos de emociones. Las sillas incómodas, la incertidumbre de si será bien atendida, si darán con el diagnóstico correcto, las luces fluorescentes parpadeantes,  el olor a medicina y la gran pregunta ¿Qué irán a pedir? se mezclan con la ansiedad y el desconcierto. Mi hermana, gravemente enferma, luchando por su vida y yo, con el corazón en las manos a muchos kilómetros de distancia cumpliendo con mis deberes mientras que de forma simultánea busco ayuda para ella desesperadamente. El reloj parece moverse más lento, y cada segundo se siente como una eternidad.

Un choque entre la Falta de Vocación y la Virtud de Servir con Pasión

Los profesionales de la salud desfilan frente a mi hermana. Unos indiferentes como zombies, parecen agotados, sus ojos reflejando noches sin dormir, cargas emocionales insoportables deseando culmine su turno.  Algunos en su propio mundo, metidos en sus teléfonos o charlando sobre "dónde venden las mejores empanadas" o tomándose selfies, mientras mi hermana se retuerce de dolor insoportable por causa de la apendicitis que aún no descubren paleada durante días por analgésicos junto al resto de las demás complicaciones; los otros pacientes también esperan una dosis de buena atención. Otros, sin embargo, irradian compasión y dedicación. Sus sonrisas genuinas y palabras amables son un bálsamo. ¿Qué diferencia a estos dos grupos? ¿Es la vocación, la pasión o simplemente la rutina? Lo que sí sé es que gracias a estos últimos mi hermana la está contando.

Los Pensamientos Fatalistas Acechan

Mis pensamientos oscilan entre la esperanza y el miedo. Los fatalistas susurran en mi mente: "No hay esperanza", "La enfermedad siempre gana", "¿De dónde sacarás los recursos para cubrir gastos por análisis y medicinas de alto costo?". Cada informe médico, cada prueba, alimenta mi ansiedad. El estrés se apodera de mí, amenazando con socavar mi resistencia, se me escapan las lágrimas, respiro, me calmo.

La Solidaridad Honesta se deja sentir

Pero en medio de la oscuridad, encuentro luz. Amigos, familiares y extraños se unen. Muchos envían mensajes de aliento, otros ofrecen una mano amiga con sus aportes económicos, la mayoría muy pequeños provenientes de gente noble, preocupada, que se desprende de lo poco que tiene para colocar su granito de arena ¡Cuánto apoyo material y emoccional! Estos hermosos gestos son un bálsamo para mi corazón afligido ante el temor de perderla. La solidaridad honesta de estas personas, que colaboran con lo que pueden, me recuerda que la humanidad aún brilla en los momentos más oscuros y que los buenos somos más. Gracias a Yober Barrios, mi jefe, y a toda esa gente bella que sin saberlo se dejó sentir sembrando en buena tierra, asimismo será su cosecha.

La Unión entre Seres Queridos

La enfermedad no solo debilita; también fortalece. Mi pequeña familia se une en una danza de amor y preocupación. Somos un equipo. Seres queridos, vecinos, compañeros de trabajo, amigos de la infancia, incluso aquellos que apenas conocemos o simples extraños que se encontraron con un flyer en sus redes sociales titulado: "La Profe Nos Necesita" se convierten en aliados de esta batalla y los atesoramos como parte de nuestra familia, ahora somos más. La adversidad nos une, recordándonos nuestra humana fragilidad compartida.

La Fe en Dios: Un Refugio en la Tormenta

En la quietud de la noche, miro por la ventana de la habitación de mi hermana. Las estrellas titilan en el cielo oscuro. Mi fe en Dios se mantiene activa. No es una fe ciega, sino una elección consciente que me sostiene. La oración se convierte en mi refugio, y encuentro consuelo en estas palabras: "¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro proviene del Dios que hizo los cielos y la tierra. ¡Cuánta gente se unió en un solo clamor al Padre por su salud! Eso me llenó de mucha fortaleza ante el miedo de perderla... Gracias a mi Pastor Daniel Chacón y a cada una de las personas que orando avivaron nuestra fé para ver realizado el milagro.

Déjame Contarte que...

La angustia de tener un familiar gravemente enfermo es un viaje doloroso, especialmente si recorres tres hospitales y solo recibes calmantes y la orden de pedir "una cita" para ser atendido por algún especialista mientras tus órganos colapsan. En ese viaje, descubrimos la fuerza de la unión, la solidaridad y la fe. Los profesionales de la salud pueden ser faros de esperanza o sombras de desesperación. La elección está en nosotros: ¿nos hundiremos en el estrés fatalista o abrazaremos la solidaridad, la fe y la vocación de servir?

En este hospital donde coincidencialmente años atrás también salvaron mi vida, estoy rodeada de incertidumbre, mientras vigilo el sueño cansado de mi hermana por causa del dolor, ya lo peor pasó gracias a los héroes de batas blancas. Aprendo que la adversidad no solo nos quiebra; también nos moldea. Y en la lucha por la vida de ella, encuentro un propósito más profundo: despertar la sensibilización y recordar que, incluso en la oscuridad, la luz puede brillar, gracias al director de este centro por responder a la solicitud de ayuda de manera inmediata.

Dios sabe escribir derecho en líneas torcidas

Para Él no hay imposibles y sabe glorificarse a través de canales de bendición inimaginables, como por ejemplo el Gral. Óscar González Ortíz quien logró a través de una pequeña acción social, sin conocer a mi hermana, sin importarle la hora, ni los protocolos burocráticos, romper los pronósticos fatales contra su vida; unas horas más y la hubiésemos perdido. Personas así van dejando huellas imborrables en los corazones de la gente, no existen  palabras suficientes para agradecerle por dejarse usar como instrumento de bendición en las manos de Dios.

Este artículo es un análisis reflexivo desde una  perspectiva axiológica y sociológica, inspirado por mi experiencia personal con la grave enfermedad sufrida por mi hermana. Espero que sirva para sensibilizar y recordar la importancia de la solidaridad y la fe en tiempos difíciles: "Aunque pase por el valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Dios está conmigo" es tiempo de poner la Palabra en acción, ¡manos a la obra!


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