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Licencia Para Morir: Un Llamado a la Conciencia 

Por: Deisy Viana

Iban cinco en la moto, el hombre, la pareja, sus 3 niños y ninguno llevaba casco; una escena que la mayoría ha normalizado porque ahora resulta ser que "la moto es el vehículo de la familia". Al llegar al semáforo logré alcanzarlos y sin titubear le pregunté al conductor irresponsable si no le daba miedo exponer a su familia a tanto riesgo, el hombre solo respondió con un gesto de burla al que la mujer le causó risa. El colmo es que los alcanzó otra moto conducida por dos funcionarios de seguridad que además de ignorar la situación mencionada, "se comieron la luz roja" y el acompañante del conductor tampoco llevaba casco. ¡La autoridad moral brilla por su ausencia!

Déjame contarte que enfrentamos una crisis vial que está cobrando vidas, además de sembrar el caos en nuestras carreteras, incrementar los índices de discapacidad y enlutar muchos hogares. Desde una perspectiva psicosociológica se puede analizar y comprender que detrás de cada accidente hay un complejo entramado de factores sociales y psicológicos que deben ser abordados con urgencia.

Según informaciones publicadas en diversos medios, el incremento de motorizados es notable; desde  2023, se han ensamblado y vendido centenas de motocicletas, con cifras alarmantes que van en aumento. Este auge es evidente, hombres y mujeres tienen fácil acceso a su compra, las ofrecen de todos los modelos y colores, con facilidades de pago y hasta las rifan; si bien este hecho responde a la necesidad de movilidad económica y rápida, también ha contribuido al aumento de los siniestros viales.

Pero, ¿cuánto le cuesta a la sociedad un accidente de tránsito? Si el costo es humano, este costo no tiene precio: se pierde un padre, una madre, un hermano, un amigo, un trabajador, un ser humano, una inteligencia. No es necesario que quien muera en accidente de tránsito sea una persona reconocida o famosa, con un nombre que todos conozcamos, cualquier "Fulano de Tal" es importante, todo ser humano es imprescindible para la gente que le ama, pero a los imprudentes pareciera no interesarles. 

Otro costo es el económico: la asistencia médica, los medicamentos, el transporte de los heridos, los gastos ocasionados por las investigaciones policiales y judiciales, los pagos de la Seguridad Social a las víctimas o a sus familiares y siga usted contando. Un accidente de transito es una posibilidad menos de hacer una sociedad mejor. 

Existen factores críticos que pueden incidir, tales como la falta de señalización vial. Las señales de tránsito son indispensables para la convivencia en la vía pública, pero su ausencia o mal estado contribuye a la confusión y a los accidentes. Además, la red vial sufre por la falta de mantenimiento, deterioro de vías pavimentadas, lo que incluye huecos, hundimientos  y falta de iluminación.

Estos problemas se agravan por las imprudencias recurrentes de los conductores, como el exceso de velocidad, la conducción bajo efectos del alcohol y otras sustancias adictivas,  el desacato a las señales de tránsito, la práctica de motopiruetas, el uso del teléfono móvil al manejar, entre otras. Estas acciones temerarias no solo ponen en riesgo al conductor, sino a todos en su entorno

Es imperativo que las autoridades competentes intensifiquen las campañas de educación vial, refuercen la vigilancia y apliquen sanciones que correspondan a la gravedad de los actos irresponsables. Pero más allá de la acción gubernamental, es esencial que la ciudadanía tome un rol activo en la prevención de accidentes.

La precaución al conducir no es solo una recomendación; es una responsabilidad. Valorar la vida implica respetar las normas, ser conscientes de nuestras limitaciones y reconocer que en el volante, un segundo de distracción puede ser fatal. Como sociedad, debemos fomentar valores como la prudencia, el respeto y la solidaridad. Solo así podremos transformar la cultura vial y proteger lo más precioso que tenemos: la vida.

Para concluir, acudamos a la sabiduría bíblica que nos insta a valorar la vida y a actuar con sabiduría:

"El imprudente ciegamente avanza y sufre las consecuencias. El prudente se anticipa al peligro y toma precauciones" -NIV Proverbios 22:3-

Este versículo nos recuerda la importancia de la prudencia en cada acción que emprendemos, incluyendo la manera en que conducimos. Que este llamado resuene en cada conductor, en cada autoridad, y en cada ciudadano, para que juntos podamos disminuir la mortalidad y las lesiones en nuestras calles y carreteras. Tu licencia es el permiso otorgado para conducir con precaución y llegar sano y salvo a tu destino, recuerda que tu familia te espera, ¡Valora tu vida y respeta la de los seres inocentes que te rodean!

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