¡Conciencia! ¿Dónde estás?
Por: Deisy Viana
Déjame contarte que hace tiempo que la conciencia parece haber hecho las maletas y se ha marchado sin despedirse. Deambula ausente en corazones endurecidos por la ingratitud, perdida en mentes que han olvidado el bien recibido o lo han pagado con desprecio. Se esconde detrás de la manipulación, dejándose arrastrar por la corriente de oportunistas que saben cómo moldear voluntades débiles. Se diluye en hogares donde los valores han sido exiliados, reemplazados por el ejemplo de indiferencia, egoísmo y ausencia.
Los días transcurren en una sociedad que olvidó cómo reflexionar, donde muchos viven atrapados en el presente inmediato, sin memoria del ayer y sin visión del mañana. Se aferran a emociones efímeras, a impulsos pasajeros, a un sentimentalismo que nubla la razón y los mantiene ciegos ante su propia realidad. No producen, no avanzan, no crecen. Se conforman con el destino heredado, repitiendo el mismo ciclo de escasez, pobreza y quejumbre. No cuestionan, no buscan caminos alternativos, no hay innovación. Se han acostumbrado al vacío y han aprendido a vivir sin despertar.
Pero ¿cómo se rompe ese letargo? ¿Cómo se sacude la modorra de la conciencia dormida?
Primero, con valentía. Hay que atreverse a mirarse en el espejo sin los filtros de la apariencia, reconocer los errores, aceptar las omisiones, asumir la consecuencia de cada decisión, de cada indiferencia, de cada acto de ingratitud. Luego, con voluntad. Es urgente volver a los valores esenciales: la gratitud, la empatía, la justicia, el respeto, la honestidad. La conciencia despierta cuando el alma se sacude del conformismo y la indiferencia, cuando la verdad deja de ser incómoda y se convierte en un faro que guía los cambios hacia el desarrollo.
Y finalmente, con acción. No basta con reconocer la realidad, hay que transformarla. Se necesita esfuerzo para romper los ciclos, para abrir los ojos y no volver a cerrarlos. Para ser ejemplo en el hogar, en la sociedad, en cada decisión y cada acto. Para sembrar con hechos lo que tanto se reclama con palabras.
La conciencia no está perdida, solo anda distraída por ahí en las redes sociales, en las trivialidades del día a día. Pero todo aquel que quiera encontrarla debe estar dispuesto a quitarse la venda de los ojos para ver su luz, hacer silencio para escuchar su voz y luego seguir sus pasos con determinación, optando siempre por lo justo y correcto.
Hasta las Santas Escrituras nos advierte sobre el peligro de ignorar la conciencia, pues hacerlo puede llevarnos a la ruina espiritual y moral tal como se expresa en 1º Timoteo 1:19: "Manteniendo la fe y buena conciencia, la cual echando de sí algunos, hicieron naufragio en la fe"
Quien vive en la mentira pierde la fe, y quién pierde la fe pierde la esperanza, depende de cada quien continuar caminando en círculos a ojos cerrados o abrirlos a la verdad para abrazarse a la conciencia y no dejarla ir jamás.