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El legado no se apaga

Oscar González Ortiz

La historia no se detiene, pero hay figuras que marcan su curso con tal fuerza que su huella permanece incluso cuando su voz física ya no está… Hugo Chávez fue una de esas figuras. Su recuerdo sigue vibrando en el corazón de millones de venezolanos; su voz, cargada de convicción, aún resuena en aquellos que creen en la patria, la justicia social y en la posibilidad de un país distinto. ¿Tuviste la oportunidad de conocerlo personalmente? Para muchos, ese encuentro fue un punto de inflexión en sus vidas. 

No importa la respuesta, porque su verdadero encuentro no ocurrió en salones de protocolo. Lo puedes conocer en el estudio de su obra, en la reflexión de sus palabras, en la aplicación de sus enseñanzas; para otros, su influencia llegó a través de discursos, gestos y su manera de conectar con el pueblo.

Independientemente de cómo lo hayamos vivido, su legado sigue siendo una brújula. Cuando pronunció aquellas palabras históricas —«Por ahora»— frente a las cámaras de televisión, asumiendo con valentía la derrota temporal pero jamás la rendición, una generación entera despertó. ¿Qué edad tenías en ese momento?  Para algunos, fue el inicio de una conciencia política; para otros, el reforzamiento de una lucha que ya venía creciendo. 

Esa frase fue una semilla que germinaría años después en un proyecto transformador, que hoy es necesario estudiar: su obra; desmenuzar sus discursos, analizar los escritos, recordar las anécdotas. El Comandante de la Revolución Bolivariana fue un líder carismático, pensador estratégico y pedagogo de la revolución. Sus discursos son clases magistrales de política, historia y conciencia social, cada intervención suya estuvo cargada de referencias históricas, de llamados a la unidad, de advertencias sobre los peligros del imperialismo; un hombre que combinó teoría y práctica con originalidad poco común. Sus ideas sobre la independencia nacional, felicidad del pueblo como eje de la política y la construcción de un mundo multipolar fueron propuestas concretas para reconfigurar el poder global. 

El desafío de continuar su camino

Estudiar el pensamiento de Hugo Chávez es una necesidad estratégica. ¿Cómo construir el futuro sin entender las bases que él dejó? Con su partida física, quedó en nuestras manos la tarea de mantener vivo su proyecto, no repitiendo frases como mantras. Es el momento de reinterpretar su pensamiento en un mundo cambiante que sigue dominado por las mismas injusticias. 

La independencia nacional no es una bandera, es la continua lucha diaria contra nuevas formas de colonialismo económico. La felicidad del pueblo no tiene que ser eslogan, es la exigencia permanente de salud, educación y vivienda digna; ese concepto que algunos ridiculizaron era para él la máxima expresión de la política: no se puede hablar de desarrollo si la gente no vive mejor.  El mundo multipolar no es una utopía, es la necesidad urgente en un planeta al borde de conflictos por la hegemonía. 

Chávez tenía una cualidad única: la capacidad de convertir ideas complejas en acciones concretas; sabía motivar, pero también trabajar incansablemente, convencido de que cada minuto perdido era una traición al pueblo. Hoy, en medio de tantas distracciones y divisiones, extrañamos esa energía y claridad. Pero el verdadero homenaje no es la nostalgia, es la acción. ¿Qué estás haciendo tú? No basta con recordarlo, hay que emularlo; no es suficiente repetir sus frases, hay que vivirlas. Porque la revolución se construye con trabajo diario, organización y conciencia. Su legado es un manual de lucha, no es un recuerdo, es un llamado. La patria que soñó se construirá con hechos, y esos hechos dependen de cada uno de nosotros.

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