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El Barbanegra de  la Casa Blanca y  la  Defensa de la Patria ante la ambición imperial.


Periodista Julio Ramos.

El gobierno de Donald Trump pretende, a fuerza de cañones y al mejor estilo de Barbanegra, imponer un cambio de gobierno. Sus tácticas viles y cobardes resuenan en el ambiente cómplice y temeroso de algunos presidentes latinoamericanos que, hoy, sin ningún tipo de pudor, se arrastran como perros serviles ante quien pretende erigirse como el gran hegemón mundial.

La excusa perfecta: la droga. Los grandes consumidores mundiales se arrogan hoy la premisa del pensamiento único para combatir algo que nace de sus propias entrañas: una sociedad podrida, cimentada en esquemas consumistas y sin control alguno. Para el gobierno de los Estados Unidos, es más barato controlar desde adentro su propio país que hacer un despliegue militar en el Caribe, si su pretensión real fuera la lucha contra el narcotráfico.

Sabemos bien que esa no es la causa genuina. El fin último es el control de lo que llaman su "patio trasero" y detener la influencia de Rusia y China en Latinoamérica. Ellos, el imperio, se creen con la potestad de dar órdenes, de cambiar gobiernos y de apoderarse de los recursos naturales que hoy poseemos los suramericanos. 

La amenaza es diaria, constante, psicológica, con el fin de provocar el alzamiento militar o las protestas, es decir, minar desde adentro la patria de Bolívar para justificar cualquier intervención en nombre de la paz.

Hoy, Venezuela, más allá del pensamiento político o ideológico, no quiere guerras, bombardeos ni invasiones. Quienes las desean se encuentran fuera del país, protegidos a buen resguardo detrás de un teclado, un aire acondicionado y una cama cómoda, y quién sabe si también un buen salario de la CIA.

Más allá de los escenarios psicológicos, Venezuela ha sabido dar una respuesta clara y contundente: no queremos la guerra, pero tampoco huiremos ante la defensa de nuestra madre patria. Este es un momento histórico en el que la voluntad de un pueblo se alza, no solo contra una agresión externa, sino también contra la traición interna de aquellos que, seducidos por el poder extranjero, abandonan los principios de soberanía y autodeterminación.

Amenazas se ciernen sobre la patria de Bolívar y otras naciones que hoy decidieron no ser gobiernos títeres del  asesino y cómplice genocida de más de 67 mil Palestinos.

Nuestra unidad vencerá las pretensiones de sometimiento, ladrones y guerreristas de Donald Trump. En esta gesta, la dignidad de los pueblos se impone sobre la avaricia de los imperios, y la defensa de la patria se convierte en el estandarte de nuestra lucha por un futuro libre y soberano.


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