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Mar Caribe, inquebrantable esperanza

Oscar González Ortiz

La resistencia se estructura en los intersticios de la adversidad, el asedio sobre el mar Caribe aún persiste, el bloqueo y la sombra económica el tiempo no los disipó, el galopar frenético del dólar continúa estrangulando sueños y torciendo espinazos. Sin embargo, en medio de esta situación obligada, florece la vida con fuerza desafiando estadísticas y cálculos políticos. 

En la comunidad de Las Palmas, la combatiente Luisana batalla su propia guerra, convirtiéndose en testimonio vivo, a sus 20 años recién cumplidos, avanzando victoriosamente sobre la leucemia, tras el trasplante de médula: lucha constante donde el espíritu, disciplina y ciencia se aliaron. Verla fuera del ambiente asistencial, a la espera de la colocación de vacunas proyecta fe inmensa en el futuro. Su hogar, microcosmos de resistencia heroica, es ejemplo de tenacidad: la abuela con la cadera fracturada recorre la casa con andadera, atenta de ubicar una prótesis y pendiente de Luisana como de su hermana con capacidades especiales; este hogar encarna la solidaridad que el bloqueo jamás podrá fracturar, esta red de afecto familiar es el verdadero capital social. Esta familia demuestra la fortaleza que se levanta con recursos infinitos ante carencias materiales finitas.

Esta semana recordamos con especial afecto a la profesora Yaris, directora del Complejo Educativo “Federico Brito Figueroa” ubicado en la comunidad del Portal, quien partió al plano espiritual superior, recordándonos que la grandeza de una nación se mide también por la dedicación silenciosa de sus educadores, su partida nos impele a reflexionar sobre el coraje de quienes siembran futuro.

Este viaje colectivo nos motiva a cuidarnos. Frente a los desafíos de salud, adoptemos miradas solidarias, como dijo Hipócrates: “Caminar es la mejor medicina”. A nuestro amigo, que tras difícil operación se recupera progresivamente, su fortaleza es ejemplo motivador. 

 La vida, a veces, parece refrendar la antigua máxima romana: Fortes fortuna adiuvat —La fortuna acompaña a los audaces—. Es la audacia de quien se levanta cada mañana a construir, a pesar de la adversidad. Una audacia que tiene raíces profundas en nuestra historia, como la del capitán Manuel Ríos, pionero llanero de los aires y primer piloto en surcar los cielos venezolanos en solitario. Su nombre honra la base aeroespacial en Guárico, simbolizando la altura que podemos alcanzar cuando la voluntad se impone a la inercia. El pueblo es ese piloto: dueño de su rumbo, listo para el vuelo.

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