Mares de soberanía y conciencia
Oscar González Ortiz
El respaldo internacional florece como dique ante las agresiones foráneas; el mar Caribe, histórica encrucijada de culturas y comercio, continúa perfilándose después de sesenta días continuos como escenario geopolítico complejo, donde la sombra del asedio sigue evocando antiguos tiempos de piratas y corsarios. Observamos cómo el presidente de un país hermano, ofrece espaldarazo significativo a la nación en la lucha contra el narcotráfico, reconocimiento de la importancia de la cooperación solidaria frente a los desafíos transnacionales.
Sin embargo, la tensión mantenida con el despliegue de las embarcaciones de guerra fue una acción condenada por el Papa, alzando su voz por la paz. Este clamor encontró resonancia en el Sur, pues otro presidente suramericano, miembro de los BRICS, impulsa el debate en la CELAC para discutir la agresión militar foránea, buscando reafirmar la soberanía regional.
De hecho, precisamente esta semana expiró el plazo legal estipulado para las operaciones militares de esa potencia, según su propia normativa interna; pese al vencimiento, el asedio persiste, con la destrucción de embarcaciones y pérdidas de vidas, costo humano inaceptable.
Es notable cómo, a pesar de las más de mil sanciones, bloqueo económico y manipulación cambiaria que golpean la economía diariamente, la nación promueve la defensa integral a través de la Milicia Bolivariana para participar en la defensa integral de la patria.
Somos pueblo uniformado, en mi caso soy deportista, parte del equipo de baloncesto de la Milicia. Nosotros, milicianos deportistas, celebramos la preparación y disciplina en cada campeonato o actividad, como también honramos la reserva activa de la Patria.
La potencia que asedia el mar Caribe, mientras proclama lucha antidrogas, mantiene intacto el bloqueo económico, pero la respuesta nacional es clara: construir desde las bases, el diseño del plan antidrogas que se alimenta de 60.000 consultas populares, ejercicio de democracia participativa y soberanía. Es momento de que cada ciudadano eleve su voz, apoyando la iniciativa visionaria de que todo el Caribe sea declarado zona de paz, sueño colectivo que busca exorcizar los fantasmas de corsarios y piratas, aquellos saqueadores de antaño cuyos repiques suenan en las modernas flotas de guerra.
Esta oportunidad para reescribir la historia transforma el mar de la confrontación en océano de hermandad y prosperidad compartida. Esta lucha es existencial; por tanto, se libra en el mar, cancha deportiva y en consultas ciudadanas. El espíritu de resistencia se fortalece, forjando un destino donde la paz sea la única bandera posible.
