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El Arte de Preocuparse: ¿Instinto Catastrófico o Prisión mental?

Por: Deisy Viana

Vivir llenos de incógnitas es un gran desafío, el no saber o no tener puede llegar a ser una gran tortura para la mente. Surgen incognitas como ¿Cuál será el diagnóstico...? ¿Cuánto necesito para resolver tal problema...? ¿Y si me quedo sin empleo? ¿Si pierdo la inversión? ¿Si me va mal? ¿Si no lo logro?...

Déjame contarte que en un mundo acelerado y saturado de información, la preocupación se ha convertido en una constante en la vida de muchas personas. La psicología moderna nos dice que preocuparse es una respuesta natural ante la incertidumbre; es el cerebro intentando anticiparse a posibles amenazas para prepararse mejor ante ellas. Sin embargo, cuando la preocupación se vuelve crónica, puede transformarse en un instinto catastrófico que nos encierra en una prisión mental.


La preocupación excesiva es un síntoma común de trastornos de ansiedad, donde el miedo a lo desconocido y el afán  por el control se apoderan de la mente, llevando a un estado de alerta constante. Este estado de hiper-vigilancia puede desencadenar consecuencias somáticas como estrés, depresión y ansiedad, afectando la calidad de vida y la salud mental de las personas.

En la actualidad, los medios de comunicación juegan un papel crucial en la psiquis colectiva, noticias, fakes news y premoniciones políticas y económicas se difunden a una velocidad sin precedentes, a menudo sin el debido filtro o verificación. Estudios han demostrado que la exposición constante a noticias falsas puede incrementar la ansiedad, la depresión y el estrés, ya que generan emociones intensas como el miedo y la indignación, que obstruyen el proceso de toma de decisiones racionales.

Además, la preocupación puede entenderse como una forma de control social. Al mantener a las personas en un estado de miedo y ansiedad, se limita su capacidad para cuestionar y desafiar el status quo. La preocupación se convierte en una cadena invisible que restringe la acción y la imaginación, manteniendo a las personas enfocadas en peligros potenciales en lugar de posibilidades reales de cambio.

Vivir en un estado de preocupación constante no solo afecta la salud mental, sino también la física. El estrés crónico puede llevar a problemas cardíacos, insomnio, dolores de cabeza y otros trastornos somáticos. Además, la calidad de vida se ve mermada, ya que la capacidad para disfrutar del presente y construir un futuro se ve opacada por el temor a lo que podría suceder.

Pero, ¿Quiién no se preocupa? ¿Quién no tiene problemas? ¿Quién no siente el vértigo del miedo?

Ante este panorama, es fundamental desarrollar estrategias para enfrentar el pesimismo y la catástrofe mental. La psicología ofrece varias técnicas, como la atención plena, la respiración profunda, el enfrentamiento gradual a la situación temida, y la relajación, que pueden ayudar a las personas a procesar la información de manera adecuada y a gestionar sus emociones.

Para concluir, recordemos que cada día tiene su propio afán, hasta en la Biblia, la palabra que se traduce al español en vez de "ansiedad" es “No se preocupen” o “no se afanen”, viene de un vocablo griego que quiere decir “tener una mente dividida” entre pensamientos legítimos y pensamientos ilegítimos.

Para enfrentar esta dicotomía mental escritas en el libro  de Mateo 6:34: "Por tanto, no se  preocupen por el día de mañana; porque el día de mañana se cuidará de sí mismo. Bástele a cada día sus propios problemas." Es una invitación a vivir el presente sin angustiarnos excesivamente por el futuro, confiando en que cada día trae consigo la gracia y la fortaleza necesaria para enfrentarlo, entonces cuando el estrés, la angustia y la preocupación te ataquen: simplemente ¡Ora! Vive el hoy, no pierdas la paz para que no te alcance el pensamiento castrófico ni la prisión mental.

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