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Hipocresía Social: Una Frágil Verdad

Por: Deisy Viana 

La hipocresía social es un cáncer que corroe las bases de nuestra convivencia. Desde la descomposición familiar  hasta la indiferencia e intolerancia, pasando por la doble moral y la conducta parasitaria, nos enfrentamos a un panorama desolador. La mentalidad conformista, la ceguera intencional y la desconfianza institucional nos llevan a cuestionar los pilares de nuestra sociedad, mientras que la injusticia hace de las suyas a la luz pública y los valores ausentes reflejan una crisis de identidad colectiva. La redundancia de prácticas desgastantes e improductivas nos mantiene atrapados en un ciclo vicioso de inacción.

Déjame Contarte que resulta indignante contemplar las continúas escenas que nos rodean y que lamentablemente terminamos por normalizar o peor aún, les aplicamos un maquillaje de invisibilidad. Optar por ignorar que algo está sucediendo no soluciona ningún problema, porque "las cosas no se resuelven solas".

Cómo hablar de equidad, justicia y empoderamiento, ante la figura del padre ausente que se largó del país o simplemente abandonó su familia, padres y madres que usan a los hijos para pedir dinero en las calles porque a ellos por lástima les dan más. Los vicios entran a las instituciones educativas, pero prevalece el miedo y mientras tanto que nuestros muchachos se corrompan. Lugares públicos donde desfilan la prostitución, la indigencia, el vandalismo, la vagancia, ventas ilícitas y pare usted de contar, todo esto ante la mirada vacía de quienes deberían poner el orden, pero no lo hacen porque las órdenes tal vez sean otras. Situaciones que se replican hasta los más altos niveles ¿A dónde recurrir ante este secreto a voces cuando la impunidad reina? 

Sin embargo, no todo está perdido. Podemos sumar valor a la sociedad comenzando por un cambio personal que nace desde el abrir los ojos de la conciencia. La introspección y el compromiso con uno mismo son el primer paso para generar un impacto positivo. En el núcleo familiar, la afectividad, la responsabilidad, la comunicación abierta y el apoyo mutuo pueden reconstruir los lazos de unión. A nivel comunitario, la organización, el sentido de pertenencia, la colaboración y la solidaridad son esenciales para crear un entorno en el que todos puedan prosperar.

Desde la institucionalidad urge un despertar de la ética y demás valores organizacionales para recuperar la confianza perdida y así transfundir vida a un ordenamiento jurídico agonizante para que además de exigir el cumplimiento del respectivo deber traducido en impuestos, también se garanticen realmente los derechos en todos ámbitos de la sociedad. Poner en práctica la honestidad pone frenos a la avaricia y a la corrupción en todos los estratos sociales que tanto daño hace. La productividad debe decir: ¡presente! para que las necesidades, insatisfacciones y compromisos de ley puedan ser cubiertos e impulsar un desarrollo genuino a través del emprendimiento, el comercio, la industria, la agricultura, el turismo y toda actividad laboral que contribuya con la recuperación económica sin monopolios ni condicionamientos que benefician solo a los "privilegiados".

Es crucial reconocer que sin una base sólida fundamentada en valores, los esfuerzos pueden ser en vano.  Como bien dice el versículo bíblico en Salmos 127:1: "Si Jehová no edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican".  Para Dios, según Las Escrituras,  la hipocresía  es un comportamiento reprobable y contrario a los principios cristianos. Por ejemplo, en Mateo 23:27, Jesús critica a los escribas y fariseos llamándolos “sepulcros blanqueados”, que por fuera parecen hermosos, pero por dentro están llenos de hipocresía y de iniquidad. En Romanos 12:9, se nos exhorta a que el amor sea “sin fingimiento”, lo que implica una condena a la hipocresía en las relaciones personales.

Este mensaje nos recuerda que debemos buscar la guía y la sabiduría divina que se fundamenta en la justicia, la verdad, la paz y principalmente el amor, para lograr construir una sociedad más justa y auténtica.

La lucha contra la hipocresía social comienza en nosotros. Es hora de actuar con integridad, promover la honestidad, la solidaridad, la justicia y practicar desde nuestro hogar los valores que deseamos ver en el mundo. ¡Ya basta del doble discurso, de apariencias y máscaras! Con cada acción consciente, estamos poniendo un ladrillo en la construcción de una sociedad mejor, déjame contarte que había que decirlo y se dijo.

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