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Fredy Zarichta / JB

Recientemente se cumplieron 41 años del secuestro del avión de Aeropostal DC-9 que cubría la ruta Porlamar – Caracas y que fue desviado a Higuerote por grupos rebeldes de izquierda, llevándose varios de los millones de Bolívares que allí trasladaba como remesa la empresa Valores Panamericanas, saliendo ilesos tanto los pasajeros, como la tripulación y los secuestradores. El objetivo inicial, es aún para muchos de contradicciones políticas, pues la lucha revolucionaria de los años 80 es muy distinta a la actual.

Con el paso de los años he recordado este evento que en su momento fue titulado como el robo de siglo por la prensa internacional, hace poco converse con uno de sus protagonistas, José “Cheo” Sánchez, venezolano, guerrillero de los años 60, militante del Partido Comunista de Venezuela, quien por seguridad salió de este país caribeño y siguió militando en la Juventud Comunista, haciendo acciones políticas y financieras para su tolda.

El secuestro se dio el 5 de diciembre de 1980, luego varios de ellos estuvieron presos hasta el 1987, sin embargo en el caso de Cheo, los suecos lucharon mucho por su libertad.

Para esta época, cuenta Sánchez a finales de los 70, cuando el movimiento revolucionario de izquierda radical, estaba adormecido y la otra izquierda que militaba en el MAS y en otros partidos tradicionales de la misma postura estaba relajada, se formó un grupo denominado Comando Internacional del Caribe que mantenía altas conexiones en el extranjero, entre ellos los Sandinistas, y movimientos de América Latina y del Medio Oriente.

Ese comando era encabezado por Baltazar Ojeda Negretti, conocido como el Comandante Elías, el cual formó una infraestructura política - militar que a su vez ayudara a financiar los grupos de izquierda y al Frente Sandinista de Liberación Nacional, entre los que participó el Venezolano Alí Gómez.

De allí surgió esta operación del avión de Aeropostal DC-9, sin embargo estas acciones no eran reconocidas públicamente por los partidos de izquierda venezolanos, a los que Cheo denominó partidos blandengues “por supuesto no iban a reconocer la autoría”.

“En muchas ocasiones el partido nos decía que si llegábamos a caer presos, ellos no lo iban a reconocer y quedaríamos como presos comunes, era una manera de cubrirse las espaldas” detalló, al tiempo que agregó que la juventud comunista se había volcado a la vida electoral y otro tanto había quedado aún en el aparato militar. Sin embargo, “para las autoridades recibíamos un trato de presos políticos, y así ocurrió en esa ocasión”.

Esa hazaña marcó en gran medida el futuro inmediato de Cheo, asilado años antes por el gobierno Sueco. Debido a los cambios que ya se fraguaban en Venezuela capturaron a algunos, y las autoridades cada vez estaban más cerca de identificar las acciones de la juventud comunista, por ello sacaron del país a varios. Parte de esta historia fue narrada por el periodista José Vicente Rangel.

Sobre la técnica que utilizaron para secuestrar el avión y las probabilidades de no siniestrarlo José “Cheo” Sánchez, explicó que fue muy bien planificado, desde el ingreso de las armas, hasta el aterrizaje y la capacidad de sobrevuelo a distancias no detectables por lo radares, acción ejecutada por dos grupos, uno en el avión y otro en el aeropuerto.

Por lo que mucho antes del secuestro del avión el partido decide enviarlos al exterior, el propósito inicial era hacer cursos militares, habían tres destinos, uno era Vietnam, el otro Rumania y Yugoslavia, el primero fue descartado porque se encontraban en la fase final de sus negociaciones de paz en Paris y decidieron que no querían extranjeros, detalló Sánchez.

Su recorrido fue inicialmente por el mar hasta Trinidad y de allí en avión a Europa con destino a Rumanía. Para esa época salieron cinco personajes de gran relevancia política, los dos primeros incluyendo a Cheo salieron en ese recorrido y los otros salieron por Colombia.

Tres de ellos eran casados y con hijos, para ese momento Cheo había dejado en Venezuela a su esposa y a su hija recién nacida, la cual sólo logró reencontrarse con ellas 7 años despues.


“Llegamos a Rumanía, allí nos trataron de maravilla, (…) luego de algún tiempo nos dijeron que iríamos a ser trasladados a las residencias estudiantiles y prepararnos para estudiar el idioma y luego a la universidad” narró, al tiempo que expresó como se reusaron a la propuesta puesto que su objetivo inicial era prepararse en el aspecto militar y allí “empezaron las desavenencias”.

Mientras estudiaban el idioma conoció a Alí Primera y a otros venezolanos entre ellos Pompeyo Márquez y otros dirigentes del PCV. Las circunstancias se desviaron de tal manera que les dejaron salir del país y se fueron a Suecia donde pidieron asilo político, y actualmente sigue residenciado.

A lo largo de los años, formó familia, estudió buceo, soldadura, planificación para la educación y antropología social, además ha sido arbitro de béisbol y de softbol, participando incluso en campeonatos mundiales y preolímpicos.

En una ocasión, narró que Alí siempre quiso pertenecer a su grupo, y por ser el cantante, trovador y poeta de la revolución y uno de los mejores estudiantes del instituto de petróleo, los cubanos lo querían en sus festivales de la canción. “y rumbo a Cuba, pasando por Alemania me llamó y me lo traje a Suecia, pero se regresó a Venezuela”.

Cheo además es gran amigo de Ilich Ramírez Sánchez, venezolano, encarcelado desde hace 28 años, preso político en la Maison Centrale de Poissy (La casa central de Poissy), en el antiguo convento de monjas ursulinas en Francia, rebelde que ha defendido la causa Palestina por mucho tiempo y ex miembro del FPL, e integrante de la Organización Revolucionarios Internacionalistas y quien espera con ansia su repatriación a Venezuela; con él, José Cheo Sánchez se reunió en el 2019 por cerca de 10 horas, en donde compartieron anécdotas, historias análisis y una entrevista que fue publicada meses después.

Entre conversas que desnudan el alma, Cheo afirmó que a sus 73 años verdaderamente no se arrepiente de nada relacionado con su pasado y con su juventud “No me arrepiento de mis presiones revolucionarias, de mi sarampión juvenil, ni de mis torpezas irreverentes, debe ser sin duda a causa de esa terquedad irreductible que todavía me siento el corazón reciente aunque el calendario se empecine en sostener lo contrario”.

Resaltó que lo importante es siempre hacer las cosas con conciencia y así independientemente de sus resultados, “no estaremos dándonos golpes de pecho”.
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